sábado, septiembre 01, 2007

la ganadora (2005, jane anderson)

Parece que no, pero ya se ha acabado el verano. Bueno, en realidad, oficialmente, quedan dos semanas aún. Pero… como si se hubiese acabado. Ayer terminaron los dos meses de estío dedicados por antonomasia a la playa, la montaña, la cerveza en una terracita, a las horas de ocio, …. Se acabaron las siestas en el sofá, las chancletas, el paseíto antes de cenar, …. Vuelven la rutina, los horarios de trabajo, las llamadas urgentes, …. Regresa todo aquello que, durante, apenas treinta días, habíamos olvidado. Pero, me voy a permitir una licencia y voy a contar una historia.

María, tiene algo más de cuatro décadas, lleva casi dos junto a Juan, su marido. Hoy es treinta y uno de agosto. La radio-reloj digital de la cocina señala que pasan unos minutos de las ocho de la mañana. Herrera, don Carlos, está comentando algunas noticias de ayer. En realidad, María, no le hace mucho caso. Le gusta su voz, y le hace compañía mientras realiza sus quehaceres, pero no siempre le presta atención. Lleva un par de horas levantada. Ha limpiado la cocina, barrido el pequeño apartamento del que han disfrutado este mes, recogido la ropa del tendedero, ha preparado una tortilla de patata y unos cuantos filetes empanados para engañar al estomago cuando estén montados en el coche, camino de casa, y la gusa comience a apretar. Oye como Juan ronca. Los niños aún no se han despertado. Anoche, aprovechó para hacer las maletas. Revisó que no se olvidase nada. Ropa, calzado, sábanas, incluso, los juguetes de las dos criaturas. Cree que no se deja nada, aunque sabe que alguna recriminación recibirá por algún descuido. Ella no trabaja. Bueno, la verdad, es que no percibe ningún sueldo por su trabajo. Besos y abrazos de los niños y caricias y una sonrisa por parte de Juan. Poco más.

Mientras espera a que el resto de la familia se despierte y remolonee un rato en la cama, piensa que mañana será igual a hoy. La diferencia, el apartamentito de hoy se verá sustituido por la casa de todos los días. El resto, no variará demasiado. Entonces … ¿en qué han consistido sus vacaciones? Pues que ha podido disfrutar un poco más de Juan, de sus mimos, de sus cariños, de pasear cogidos de la mano, de …. Y, eso, para ella, ha sido suficiente.
Este cuentito es imaginario. No está basado en nadie en particular, y sin, embargo, creo que no nos es tan ajeno.


PD: ¿Reconocemos como se merecen el trabajo a nuestras madres y abuelas? ¿Realmente ellas piensan que están de vacaciones cuando hacen lo mismo que todos los días? ¿Tan difícil es devolver una sonrisa, una palabra amable?

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