Por distintas circunstancias que ahora no vienen al caso, me he pasado gran parte de la mañana en el aeropuerto de la capital del Reino esperando y, por tanto, dada mi naturaleza, observando. Observando a los pasajeros, a sus acompañantes, a quienes esperan, a quienes limpian, a quienes trabajan allí, .... y, tal vez, observándome a mí mismo un poco también. No voy a decir que he visto de todo, porque no creo que fuese cierto, pero sí que he visto unas cuantas cosas que me han llamado la atención. No sé porqué me he fijado en ellas, pero el caso es que un poco sí que me han, digamos, cautivado. Son situaciones normales, nada extrañas, pero de ésas que a uno le hace pensar ciertas cosas.
Quizás, la que me más me ha hecho detenerme en pensar y plantearme cosas ha sido una escena en la que he visto como un abuelo se comía literalmente a besos a su nieta. Ella, no más de tres años, parece ser que había sido “engañada” por sus padres y creía que no iba a ir el abuelo a buscarla. La sorpresa ha sido mayúscula y se ha quedado sin palabras, no sabía cómo reaccionar... El abuelito, un señor que me ha dado la sensación de ser un tipo entrañable, apenas reparaba en los progenitores de la chiquilla. Todos los guiños, sonrisas, arrumacos, carantoñas, caricias, besos... todos eran para la pequeña. Y eso me ha hecho preguntarme si llegaré a ser un abuelo como ése. O si llegaré a ser abuelo.
He visto llorar de emoción a quienes se reencontraban después de un viaje transatlántico, he somatizado los nervios de quienes esperaban a alguien y no aparecía cruzando la puerta de llegadas, he paseado nervioso por la terminal ojeando furtivamente el tablero de aterrizajes. He visto lágrimas, risas, abrazos, sonrisas, sorpresas, manos que se estrechan, uñas mordidas ....
PD: ¿Sólo a mi me parece muy triste bajarse de un avión y que no haya nadie esperando? ¿Por qué nos da miedo volar? ¿Por qué siempre me apetece fumar en pleno vuelo?
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