
Total, que me he dispuesto a esperar mi turno como el resto de las no menos de 30 personas que ahí estaban. Pero la Administración es una cajita de sorpresas y para atender a todos esos buenos ciudadanos ha considerado que, a pesar de tener más de 15 mesas disponibles (me he preocupado en contarlas), le bastaba utilizar a 5 de sus abnegados trabajadores. Lo cual me ha llevado al la siguiente reflexión: ¿sobran mesas o faltan funcionarios? Dicho de otro modo ¿las mesas están por ocupar espacio y que no se vea desangelado o casualmente hoy se han ausentado en ese momentos, al menos otras 5 ó 6 personas?
En fin, que además, cuando ha llegado mi turno, ya ni recordaba el tiempo que llevaba allí, he tenido la suerte de que el funcionario en cuestión tuviese ganas de guerra y sólo encontrase objeciones a mi solicitud, sin preocuparse de que yo entendiese lo que él quería decirme. Y hubiese sido un momento tan bonito …. Sacar mi espada y decirle, “Mire caballero, yo no le estoy entendiendo muy bien, así que mejor se lo explica a mi amiga, para ver si así entre los dos conseguimos entenderle, zanjamos este asunto y nos vamos a casita a comer ¿le parece?” Pero al final me he tenido que defender con las armas de la diplomacia, de la serenidad y la tranquilidad y he conseguido el objetivo buscado.
Pero hubiese estado bien, enseñar la empuñadura de mi (no) espada. Aunque no tuviese nombre.
PD: ¡Vaya con los autobuses urbanos! Ahora que se acercan las rebajas, ellos suben los precios. Tendré que presentarles a una amiga mía.
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