miércoles, mayo 25, 2011

la guarida (1963, robert wise)

En alguna ocasión he hablado de lo mucho que me siento atraído por los mercados, patios interiores, estaciones o las alturas, sin embargo, últimamente empiezo a sentirme fascinado por los lugares abandonados, en mayor medida por fábricas y estaciones de tren [más que fábricas en sí mismas, es más por los lugares en los que se ha trabajado]. Leí hace unos días, una descripción que hacía Chesterton de otra situación, pero que la definía como "pasearse entre los bastidores de un teatro" y, lo cierto es que, ahora mismo, no se me ocurre un símil mejor… y tampoco es que uno haya pasado mucho tiempo entre bambalinas.

En esos lugares uno no puede menos que observar cuanto hay a su alrededor, contemplar todo aquello que se consideró prescindible antes de cerrar definitivamente las puertas e imaginar cómo eran las jornadas de trabajo, las relaciones, la vida allí… entre aquellas paredes. Cuando los veo, o en las contadas ocasiones en que he entrado en ellos, siempre me siento como un intruso, como un perturbador de la paz en que está sumergido… Ahora que lo pienso, mejor que lo dicho por el buen Gilbert Keith, sería decir que me embarga la sensación de ser un profanador de un lugar que ya está en reposo perpetuo. Tal vez pueden parecer exageradas estas comparaciones que hago tratando de plasmar sensaciones y emociones, pero es lo que siento cuando me encuentro frente o dentro de eso lugares…

Y pese a ese sentimiento envolvente, esas construcciones abandonadas ejercen el efecto de un imán sobre mí. No puedo resistir la tentación de curiosear, de mirar, de indagar, de ver, de palpar. De sentir como si fuese algo mío cuando, y es la realidad, es la primera y única vez que entro ahí. O, tal vez, sólo tal vez, lo que me llama la atención es el deseo de soñar y conjeturar qué pasó, quién estuvo allí, qué hacía, cómo lo hacía…. Pero no puedo evitar pensar que, de algún modo, esos edificios, esas construcciones… no son sino almas abandonadas. Y quizás sea eso lo que me atrae…


PD: ¿Por qué hay cosas o situaciones que nos atraen sin que exista un motivo concreto? ¿Qué es lo que nos empuja a ello? ¿Por qué no podemos resistirnos?
jueves, mayo 19, 2011

campamento flipy (2010, rafa parbus)

Tenía una preciosa entrada sobre edificios abandonados que voy a posponer. Me he dado cuenta que está de moda hablar estos días de “acampadas” y uno que es envidioso y no quiere ser menos que los demás, también se suma a esta corriente. Del mismo modo que está de moda protestar y movilizarse de un modo determinado, igual que ocurrió en la “primavera árabe”, aunque el contexto y la situación no sea la misma. Vivo en la capital del reino y no he ido a la “acampada” que se ha realizado aquí. No hay más motivo que no creo en ella. Ahora no. Entiendo el fin, el motivo, la causa, el origen… o creo entenderlo, pero, ahora mismo no me convence. En serio. Entre otras cosas porque no entiendo el mensaje. Lo veo todo muy borroso. Como cuando te despiertas de resaca y abres los ojos.

Debe ser cosa mía. En sí misma, la idea es muy buena. Hacer ver a los partidos políticos que no se está de acuerdo con su gestión y que se quieren soluciones. Bien. De acuerdo. A mí se me ocurren muchas soluciones a distintos problemas, pero, las mías, lo sé, son soluciones de cafetería y hay aspectos que se me escapan y que, tal vez, darían más luz a lo que parece tan oscuro. Hay cosas que no entiendo. Los partidos políticos apoyarán ahora estas movilizaciones [lógico, quedan tres días para unas elecciones y puede suponer algún voto más], no entiendo que sean los jóvenes quienes la impulsen cuando son ellos [somos nosotros] quienes más porcentaje de absentismo en las votaciones generan [generamos].

Se me escapa totalmente que no se permitan estas concentraciones porque "la petición del voto responsable […] puede afectar a la campaña y a la libertad del derecho de los ciudadanos al ejercicio del voto" ¿En serio? ¿Pero no se trata de que cada cual ejerza el voto conforme a lo que considere apropiado? Para terminar dos cositas: debajo de los adoquines de las plazas no hay arena de playa… y tiene que haber otro nombre para estas movilizaciones... en serio, no sé cuál, pero no uno que evoque a adolescentes en campamentos de verano…


PD: ¿Por qué no hemos protestado y salido a la calle cuando se alcanzaron los cinco millones de parados? ¿Por qué no hemos sido capaces de decirles a unos y otros que no nos convencen con sus palabras y chanchullos? ¿Por qué ahora?
miércoles, mayo 11, 2011

tin cup (1996, ron shelton)

Se nos ha ido Seve. Digo que se nos ha ido porque era un poco de todos. Digo Seve porque tampoco necesita más, no precisa del nombre completo, ni de los apellidos. Simplemente Seve. No soy muy de golf. Para verlo, entenderlo más o menos y conocer torneos y jugadores sí, pero poco más, y mucho menos para practicarlo. Es algo que queda pendiente, además de otras cosas, junto con mi "Gran Hombre". Pero siento que necesito escribir de Seve, porque él es parte de mi infancia [e imagino que de la de muchos] porque yo también emulé ser él con un palo, una raqueta o un paraguas del revés y golpeé una pelota de tenis o una bola de papel e imaginé que la embocaba…

En cierto modo, Seve era "paisanuco" y quieras o no, eso tira mucho, pero sobre todo, era un tipo normal [y a día de hoy, es extraño encontrar eso]. Escribo de Seve porque yo he sido él con un bastón cabeza abajo y una bolita de papel de aluminio, porque fui José Manuel Abascal corriendo, porque fui Arconada o Quini o Santillana jugando al fútbol, porque fui Epi jugando a baloncesto, porque fui "Perico" Delgado encima de una bicicleta… Escribo de Seve porque me sale de dentro…

Para mí, Seve está asociado a veranos felices e interminables, a naturaleza, vacas y prados, a buscar caracoles y moras, a comer y merendar rápido para seguir jugando… Seve forma parte de esos recuerdos de infancia que, cuando aparecen de nuevo en tu mente, no puedes sino dibujar una sonrisa repleta de felicidad. La misma que me brota ahora cuando recuerdo que ganó dos Masters de Augusta, que el premio es una chaqueta verde, pero que, en Augusta, sólo hay una. La otra se la llevó a su casa de Pedreña para lucirla junto al resto de sus trofeos. Tal y como él lo entendía, era suya. La había ganado. No tenía sentido que se quedase al otro lado del Atlántico. Los organizadores le preguntaron por ella. Él se hizo el loco…
Sit sibi terra levis, Seve….


PD: ¿Hay alguien de quien seas o hayas sido un “fan-sabelotodo”? ¿Sientes pena cuando alguien famoso fallece? ¿Te hubiera gustado ser alguien concreto?
martes, mayo 10, 2011

la nuit du carrefour (1932, jean renoir)

Hace algún tiempo, a través de twitter, y con la etiqueta #aretainvestigación30añosdespués me moví por el Madrid de 2011 con los ojos del de 1981. Dicho de otro modo, atrapé fotogramas, imágenes, sensaciones, calles, edificios… que aparecen en la película "El Crack" y los comparé con los de la actualidad… Sí, efectivamente, la capital del reino ha cambiado, ya no es la misma que hace tres décadas. Es lógico. La vida, la sociedad evoluciona… Han desaparecido los almacenes SEPU, ya no existe el Frontón Madrid, y el Liceo Francés es completamente distinto al de la película ni tan siquiera hay una cabina de teléfonos enfrente ahora [en realidad ya casi no hay cabinas en ningún sitio… pero es otra historia]. Pero siguen existiendo los cines Ideal, el Capitol y muchos de los lugares siguen siendo perfectamente reconocibles…


La idea de hacer ese recorrido vino de forma espontánea, simplemente surgió. Imagino que ocurren ese tipo de cosas y una película, un libro, una canción… te marca, te llama la atención y se desarrolla en una gran capital y uno es un simple muchacho de provincias… Ya hice algo similar en otros momentos. Una fue cuando viví en Kaliópolis y fue Serrat y sus fantasmas del Roxy quienes me empujaron a ello… Me presenté en la plaza Lesseps e imaginé ese cine que no olía a zotal… no lo vi, pero sentí a Clark Gable y su sonrisa ladeada y socarrona, a Fred Astaire bailando el "Continental" y a George Raft pidiendo fuego… La otra vez fue en París… Necesitaba conocer el Quai des Orfèvres donde Maigret trabajaba, los lugares en los que tomaba esos grogs, por dónde paseaba, qué veía desde la ventana del despacho… Hasta me pareció verlo, anocheciendo, doblando una esquina con su sempiterna pipa…


Supongo, imagino, que aún me quedan más sitios por descubrir por revivir… O, mejor dicho, lo sé. Todavía no he paseado por Baker Street, ni he recorrido la Lisboa de “Sostiene Pereira”, y deseo sentarme en las gradas de Rucker Park e imaginar ahí a Manigault, Knowings, Hammond o Kirkland…. Las leyendas también cuentan…



PD: ¿Por qué un lugar desconocido puede cautivarnos tanto? ¿Influye nuestra imaginación? ¿Tienes tú también uno de esos lugares o ciudades?
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