viernes, abril 22, 2011

la saeta (1969, joan manuel serrat)

Hoy es Viernes Santo. Día de procesiones por excelencia. Al menos, en mi pueblo, que somos pocos y no nos da para más de una cofradía y, por tanto, una única procesión. Sí, lo sé, hable de este día y estos actos, pero fue ya hace cuatro años y no pasa nada por comentar algunas cosas que, en aquel momento me dejé en el tintero. Partiendo de la idea que no soy especialmente religioso, ni particularmente anti-religioso, me gustan estas fechas, de manera concreta, el día [o la noche, mejor] de la procesión. Supongo, o creo, o no sé cómo describirlo, que puedo percibir esa devoción o, tal vez únicamente se trata de respeto, en las personas que acuden a este acto y, quizás, no sea exclusivamente un fervor religioso, lo que les hace presenciar o participar en ello.


Cada ciudad, cada pueblo, cada localidad del reino tiene, estoy convencido de ello, su sobriedad, su templanza, sus sentimientos contenidos… pero, personalmente, donde más he disfrutado de la Semana Santa y de las procesiones ha sido en Sevilla. Por todo. Por la ciudad. Por su gente. Por el aroma a azahar. Por la pasión. Por el respeto. Por… Y enamorado, desde que la vi, de Esperanza de Triana y del Cristo de las Tres Caídas. Tampoco sé el motivo concreto, no sé porqué, pero fue entrar en la calle Pureza y sentir, notar, percibir algo distinto, diferente… Presentarme ante esa capilla de los Marineros y percatarme de que allí ocurría algo difícilmente de describir y que, sin embargo, te atrapaba por dentro.


No sé qué me cautivó, ese legionario romano con la capa al viento… ese Cristo que parece andar realmente con el paso de los costaleros… esa Esperanza caminando entre la muchedumbre… esos aplausos… esas flores… o ése “¡¡TRIANERAAAAAA!!” “GUAPAAAAAAAAA y GUAPAAAAAAAAA”. A pesar de esta devoción declarada aquí y ahora de manera pública, estoy dispuesto a apreciar cualquier otra procesión o Semana Santa de cualquier lugar… Sólo necesito que me inviten… Aceptaré gustosísimamente…. Posiblemente, sólo se trata que tengo pocas experiencias de éstas y me aferro a las conocidas…



PD: ¿Sueles acudir a procesiones o actos religiosos estos días? ¿Los aprovechas como realmente días de vacaciones? ¿Y las torrijas y demás gastronomía de estas fechas las degustas?
miércoles, abril 20, 2011

you're the one [una historia de entonces] (2000, josé luis garci)

Hace mucho tiempo me inventé un pueblo. Camoira. En él, vivía, vive aún, Martín y, también, Bernardo. Camoira no existe. Mejor dicho, no como tal, no figura en ningún mapa, en ningún plano, con la única excepción de un archivo en mi ordenador y el dibujo mental que yo tengo de él. Camoira no es distinto ni igual a ninguno de los pueblos, villas o aldeas que cualquiera pueda conocer. Tiene mar y montañas. Oficios artesanos y modernidades, tren, carretera comarcal y parada de autobús. No tiene cine, eso no, pero tiene tabernas de madera con serrín en el suelo. Entre sus habitantes hay de todo, amables, desprendidos, gruñones, avaros, socarrones, impacientes, descreídos, escépticos…


El otro día pensé en lavarle la cara. Pensé que podría tener río y cascada, incluso. Pensé que la carretera que la atraviesa pudiera ser general y no una comarcal. Que podría tener más habitantes en lugar de apenas poco más de dos o tres centenas. Que las casas podrían tener la fecha en que se erigieron grabadas con un buril en la piedra en lugar del número de portal. 1879, 1787, 1903… También podría tener más callejuelas y placitas y más balcones a la calle y que siempre luciese un sol cálido y agradable. Incluso, en lo alto, un mirador y casas decoradas con piedras de río en sus fachadas…. Y alguna casona abandonada, y además del aroma a salitre, podría oler a caballos, a vacas, a hierba recién segada, y oírse redoblar de campanas, cencerros a lo lejos, gallos que tratan de llamar la atención…


Pero, a pesar de todo ello, las sensaciones que se vivían en él, que aún se viven, los sentimientos que florecen estando allí, no varían sea cual sea la fisonomía del pueblo. Camoira [o como tú lo quieras llamar] te atrapa, te adormece, te hace sentir feliz, vivo, libre, tranquilo…. El tiempo se detiene allí y vives en un estado permanente de serenidad. Nada de lo que suceda en el resto del mundo tiene importancia suficiente y, aunque solamente lleves unas horas, sientes como si hubieras nacido allí…. Yo llamo a ese sitio Camoira y está en Catatonia… pero podemos llamarle de otra manera, si quieres, y ubicarlo en otro lugar…



PD: ¿Existe un lugar así real? ¿Un pueblo, una aldea en la que el tiempo parece detenerse? ¿Conoces o tienes tu propio Camoira?
martes, abril 19, 2011

cabaret (1972, bob fosse)


Alguna vez me he planteado si contar las vivencias con Efe Lipe está bien. No conoce la existencia de este blog. Bueno, en realidad, sabe que lo tengo, pero digamos, que pasa de mí y de este cuaderno de bitácora. Me lo cuestiono por la entrada de hoy. La situación ocurrió hace diez días y he estado pensando si publicarla o no. Al final, dado que tú [quienquiera que seas] lees estas líneas, obviamente, ha vencido el sí. Como decía, hace diez días, el sábado, concretamente, Efe fue junto a una misteriosa mujer [misteriosa porque no ha comentado ni su nombre…] al teatro a ver la obra “40 El Musical”. Hasta ahí, nada anormal, ni extraño, ni nada reseñable. Luego se fue con Mau Ricio de fiesta por ahí, dado que la enigmática mujer tenía la celebración de un cumpleaños. Como digo, nada paranormal, hasta el momento.


El domingo le pregunté qué tal el teatro, si le había gustado… esas cosas banales que uno pregunta en el cuarto de estar de su casa a un compañero de piso. la conversación, si me dicen que la firma don Miguel Mihura, me lo creo. Fue, poco más o menos, así… “Efe, ¿qué tal en el teatro? ¿Te gustó? ¿Estuvo bien?” “Buffff… Fue un coñazo. Casi tres horas cantando. Era un musical ¿sabes?” “…” “Sí, era de unos pavos, de los cuales, dos son hermanos, que se van por ahí y, por ejemplo cuando se van de su casa, al padre le cantan eso de ‘adiós, papá’” “…” “No me gustó nada, es que a mí no me gustan los musicales” “…”. Fin de la conversación. Miles de dudas me asaltaban, pero, ojiplático como esta fui incapaz de pronunciar ninguna.


Quizás el título de la obra no le dio ninguna pista. Tal vez no leyó en ningún sitio el argumento y no pudo enterarse de que había casi CIEN canciones en directo. Y, lo mismo, el hecho que la emisora “Los 40 principales” esté íntimamente ligada a la obra no fuese significativo. Efe Lipe es así. Y por eso le queremos… o no….



PD: ¿De verdad existe gente así en el mundo o mi compañero de piso es un “superdotado”? ¿Hacemos cosas que nos no gustan únicamente por las apariencias, por quedar bien? ¿Tenemos una cultura de musicales en el reino o sólo son influencias anglosajonas?
sábado, abril 16, 2011

vine del norte (1998. ismael serrano)

A ver, que, entre pitos y flautas [más flautas que pitos, la verdad sea dicha…] tengo esto, #emepetrés y #barbatriste algo abandonado y no puede ser. Se me ocurren mil cosas para contar, pero, al final, no logro plasmarlas por escrito. Apenas unas notas en la moleskine [estoooo…. sí, tengo unas cuantas, de las de verdad, en las que anoto ideas, dibujos… esas cosas…] y poco más. Intentaré centrarme en contar cada día una cosita diferente y no mezclar asuntos distintos, pero, conociéndome, no sé si será posible. Uno es consciente de que tiene muchos pájaros en la cabeza… En fin… Hace unos días creé una nueva etiqueta. La que da nombre a esta entrada. Desde luego, no tiene el significado que el autor quiso darle. O, tal vez, de un modo remoto, sí lo tenga. Bajo ella pretendo englobar las situaciones que vivo [normales y anodinas, ya lo puntualizo ahora] y me gustaría, también, unir con esta etiqueta, aquellas ideas que me surgen a partir de lo que veo en la calle, en casa, en una cafetería, en el metro...


Este “vine del norte” es otro “maestro de esgrima” o “capitán barbatriste”, desde otro prisma, quizás, más personal. El significado es sencillo. En otras ocasiones ya lo he contado, nací, crecí y he vivido casi todo el tiempo en el Reyno; mis ancestro proceden de allí o bien del “Pueblo que habita en las peñas”. Por tanto, tengo una visión [como otras muchas personas] muy particular de las cosas, de la vida, de las personas. Ni mejor, ni peor que las de quienes viven de Despeñaperros hacia abajo, o bañados por el Mediterráneo, o en una gran urbe. Simplemente es mi punto de vista. El de alguien de provincias y, además, del interior.


Poco a poco, aquellas entradas anteriores que pudieran auspiciarse bajo este epígrafe, las iré incluyendo. Sin prisa ya aviso. Al fin y al cabo, sólo se trata de un modo de organizar mis pensamientos, ilusiones, desesperanzas, sentimientos…. Tampoco le va la vida a nadie, pero, con la tontería, he llegado a las trescientas cincuenta palabras…



PD: ¿Tienes alguna vez la sensación de que piensas distinto que el resto de tu entorno? ¿Crees que las experiencias nos marcan en nuestra forma de pensar? ¿La propia filosofía de vida puede venir marcada por aspectos puramente geográficos?
viernes, abril 08, 2011

una novela de barrio (2007, francisco gonzález ledesma)

En mi día a día estoy rodeado de personas anónimas que, sin embargo, me hacen la vida más fácil. Vale, de acuerdo, nada diferente a lo que pueda tener cualquiera en sus vidas. En mi caso es un poco más acentuado, dado que vivo en una ciudad que no es la mía, no se trata del entorno en el que me he desenvuelto de manera habitual. Hablé en otro momento de Gerardo y, creo que, moralmente, les debo una entrada a José Luis, Francisco y Andy, los porteros/conserjes/seguridad de mi edificio. Desde luego, también que tendrán su correspondiente cuota de protagonismo Ángel, Antonio y José, mi habituales camellos de cafeína. De igual modo que Elena y Jorge, que, con menor frecuencia, también se preocupan de que mi sangre no note la falta del café.

No puedo olvidarme de José Luis, el guarda de seguridad del supermercado, ni de la señora brasileña [a la cual nunca he conseguido entenderle el nombre] que se encarga de la limpieza de rellanos, escaleras y portales en mi edificio. De Antonio ya hablé, pero, quizás deba hacerlo también de su señora y de sus empleados. No puedo olvidarme de Carmen, esa dulce mujer que estudia francés junto a un refresco en un bar y que sueña con ver publicados alguna vez esas líneas que cada noche escribe en cuadernos de espiral. Sería injusto que me olvidase de los guardas jurados de la parada de metro con los que cada día me detengo unos minutillos para charlar sobre banalidades, pero que me agradecen la conversación con una amplia sonrisa y un sentido apretón de manos.

Tal vez deba escribir sobre Amalia, la veterana cajera colombiana del supermercado y, desde luego, Efe Lipe y Mau Ricio también deben tener sus trescientas cincuenta palabras en exclusiva. Aunque, claro, Álex, Miguel, Juan, Samuel, Dani, Robert y Ramón tendrían que tener una mención especial… Ahora que lo pienso, empieza a ser mucha gente, pero si me planteo que cuando viví en Kallipolis, en mis primeros tres meses ya tenía trato frecuente con más de un centenar, quizás no sea tanto….


PD: ¿Nos damos cuenta de la cantidad de gente que tratamos frecuentemente cada día? ¿Nos molestamos simplemente en saludar o preguntar qué tal va el día? ¿Y si no girasen a nuestro alrededor y somos nosotros los que lo hacemos en torno a ellos?
miércoles, abril 06, 2011

el hombre sin sombra (2000, paul verhoeven)

Aprovechándome de un comentario que hizo Ros en una entrada hace unos días, desarrollo una idea que llevaba rondándome desde hace tiempo por la cabeza. Existen pero no se ven. Hacen su vida con normalidad, con total cotidianeidad, sin más sobresaltos de los que supone el mero hecho de vivir. Están pero parecen ausentes, olvidados, desaparecidos… Y, sin embargo, cuando necesitas de ellos, de su sabiduría [porque un hecho común a todos ellos es que son sabios], de su visión de las cosas o, simplemente de su compañía, para sentirlos cerca… aparecen. Toman cuerpo y forma. Quizás su aspecto físico ha cambiado… llevan el pelo más largo, han engordado o adelgazado desde la última vez, se han teñido el pelo… Son los AMIGOS INVISIBLES.


En mi caso, tengo dos o tres de ellos por cada sexo. Lo sé, supone que tengo más amigos invisibles que reales. Nunca dije que yo fuese un tipo fácil. Y con amigos me refiero a los que lo son con A mayúscula. Esas personas en las que puedes confiar plena y totalmente. Sin miedo. No los veo mucho. Ni tan siquiera le llamo. Sí, soy bastante rarito… Pero si, en algún momento preciso de ellos, bastan unos pocos minutos para ponernos al día de los meses o años que hace que no nos vemos. Y al cabo de ese ratito, todo encaja perfectamente, como si ese tiempo de “incomunicación” no hubiera existido nunca, como si ayer hubiésemos cafeteado juntos….


Me siento afortunado por contar con ellos, por tenerlos en mi entorno más cercano. Y, pese a todo, me he dado cuenta de que, por alguna extraña razón, voy acumulando más amigos invisibles que de los “palpables”. Incluso aquí, en la capital del Reino. Si mamalussor tuviese conocimiento de este blog, le diría que tranquila que estoy bien, y que simplemente me estoy refiriendo a … Bueno, ella sabría a quiénes me refiero, pero disculpa que no dé sus nombres, pero son… mis AMIGOS INVISIBLES y, quizás, quieran seguir siéndolo. Soy afortunado decía… y es que sé positivamente, que yo soy también uno de los suyos.



PD: ¿Existen o es algo que me he inventado para escribir una entrada? ¿Tú los tienes? ¿Cuánto hace que ejercen como amigos invisibles?
viernes, abril 01, 2011

lavadora blues (1988, ilegales)

Ahora, viviendo en la capital del reino, comparto piso [y gastos] con dos muchachos, Efe Lipe y Miau Ricio [lo sé, son raros, pero no sé si es prudente dar los reales]. Miau lleva poco nosotros, apenas un mes, así que aún estamos conociéndonos y poco puedo decir de él, salvo que es argentino [lo cual, me parece hasta una profesión… tiene que ser duro ser argentino siempre]. De Efe ya conté una anécdota de él. Es de Ciudad Real [es descriptivo, no descalificativo]. Es una fuente inagotable de vivencias… para los demás. Y luego quedo yo, que soy… yo… En fin, me considero un tipo de fácil convivencia, las cosas fáciles y claritas. Miau se asemeja bastante a mí en ese sentido. Efe… Efe no es de este planeta… o algo así.


Viene a cuento porque estoy pensando en citarlo tras la catedral de mi pueblo, cuando los primeros rayos comiencen a despuntar y batirnos. Llevaré a "Silbadora", naturalmente. Mi querido “ciudarealeño” lleva dos días de desencuentros conmigo. Esto es, la lía y procura que no nos encontremos. Y, al final, como siga así, voy a acabar haciéndome el encontradizo… Entiendo que la convivencia puede ser difícil entre extraños, cada uno es como es y tiene la educación que ha recibido, pero con un poquito de buena voluntad… El caso es que Efe hizo colada el lunes por la noche y decidió dejar secar la ropa en un tendedero plegable en lugar de en las cuerdas. El martes por la mañana la hice yo y cuando estaba a puntito de acabar el programa, a la hora de comer, en un descuido mío, recogió la ropa del tendedero y la puso en las cuerdas.


Bueno, no pasa nada, pensé… Ya tenderé a la tarde… Doce horas después me fui a dormir. Su ropa seguía en la cuerda. La mía, en la lavadora. El miércoles por la mañana su ropa ya no estaba. La mía tampoco. Había decidido sacar mi colada de la lavadora, meterla en un barreño y dejarlo en el salón. En la lavadora, más ropa suya, daba vueltas en el tambor…



PD: ¿Nos resulta tan difícil decir las cosas que sabemos que pueden molestar? ¿Nos movemos por la vida a nuestra “bola” sin importarnos el resto? ¿Realmente nos cuesta convivir y socializarnos?

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