jueves, julio 23, 2015

más dura será la caída (1956, mark robson)

En los últimos días me he sentido como el viejo boxeador que se aferra a un nosesabequé interno para dejarlo todo a sus espaldas e irse sin mirar atrás. Me he sentido como esa vieja gloria que lanza sus puños hacia adelante pero no consigue que impacte ninguno, provocando una imagen de balanceo que, visto desde el graderío, no deja sino una secuencia ridícula y absurda y, por el contrario, siente recibir jabs y uppercuts de distintas partes, uno tras otro, y que cuando casi se ha recuperado del anterior, llega el siguiente, en las costillas, que le deja sin aire y, aun así, se niega a abandonar el centro del cuadrilátero, como si salir de ahí fuese una huida que le avergonzase…

Piensa, el ya canoso deportista, que se enfrenta a rivales más jóvenes, y quizás no lo son, y se trata, simplemente, que las piernas ya no son tan veloces, que los brazos ya no tienen tan fuerza y que cada vez le cuesta más esquivar las ofensivas del rival que él siente cada vez con más fuerza. Cree el maduro contendiente, enrabietado, con el fin de ir ganando tiempo y algo de resuello, que la única táctica valida en estos momentos, sea abrazarse al contrario para impedir que siga golpeando. No obstante, bien es sabido, que los veteranos de las doce cuerdas, son buenos encajadores y, salvo aquellas veces que doblan las rodillas, dado que el golpe ha sido demasiado fuerte o inesperado, no tocarán la lona. Son, los miembros de esta vieja guardia, gente que no se quejará, que no se inmutará ante los crochets recibidos y seguirá recibiendo puñetazo tras puñetazo. Algo en su interior, les obliga a permanecer en pie…

Queda un último asalto. El viejo púgil, sentado en el taburete, en su esquina, sostiene, sobre sus cuarteados y despellejados guantes, con la mirada perdida en ella, la toalla. Está en trance. Miles de imágenes se le agolpan antes de que suene la campana. Y duda… Duda si tirar esa tela al suelo y abandonar. Piensa que le sobran ausencias… que le faltan presencias….


PD: ¿Por qué hay veces que un grano de arena se nos antoja una cordillera inalcanzable? ¿Cuántas veces somos capaces de caernos y levantarnos? ¿Alguno de los golpes será el definitivo o será la suma de todos ellos?

PD: creo que a esta entrada le va ideal, como banda sonora, esta canción...
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