martes, marzo 13, 2012

el último vals (2007, pablo moro)

“Rocky, una vez leí una historia de boxeo. Contaba la pelea de un viejo boxeador con más de cien combates a la espalda y una joven promesa. El viejo boxeador había hecho buenos combates en el pasado, pero ahora sus nudillos estaban rotos, sus cejas era de papel de fumar y sus arterias ya no tenían elasticidad. El tipo había resistido más que nadie. No quedaba ni uno solo de sus antiguos compañeros. Su rival no sólo era joven, sino bueno. Un boxeador rápido, inteligente, de pegada seca y los pies tan ligeros que apenas tocaban la lona. La pelea era desigual. El viejo boxeador sabía que iba a perder, pero tenía que luchar, tenía que aguantar. Lo hacía por él, ¿entiendes? Por sobrevivir…”

En algún momento, todos nos hemos sentido un poco Marvin Hagler, Harry Greb, Marciano, Chuvalo, o, incluso, como Carlos Monzón. Recibiendo golpes sin saber por dónde podría venir el próximo e intentando mantener el equilibrio ante el recibido. Y no sabemos si ha sido un jab, un cross, un uppercut o un crochet lo que hemos recibido, ni sabemos qué será lo siguiente. Y, menos aún si el slipping, el bobbing o el clinching nos dará alguna oportunidad de atenuar los golpes y recobrarnos, y cuál de ellos será el apropiado. Claro, no se tratan de golpes reales como los que recibían Kid Gavilán, LaMotta, Basilio, Fullmer o Tommy Farr. No, no son de esos…. Son de los que duelen en el alma, los que vienen envueltos en traición, desengaño, decepción…. De esos golpes, todos hemos tenido y hemos sufrido… En ocasiones nos hemos preguntado por qué a nosotros, quién o qué nos ha hecho subir a ese ring y por qué nos encontramos ante ese Walcott, Archie Moore, Alí, Frazier, Joe Louis o Sugar Ray Robinson que golpea sin cesar…

Decían de Marciano que "uno puede, al igual que con un oso montañés enfurecido, hacerle bajar el ritmo y lograr que sacuda su cabeza si se lo golpea con suficiente fuerza como para lastimarlo, pero nadie puede hacerlo retroceder"… Quizás eso es lo que haya que hacer…


PD: ¿En estas situaciones debemos encajar o devolver los golpes? ¿Comportarnos como un tentetieso? ¿A qué te aferras tú para no caer definitivamente?
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