lunes, noviembre 28, 2005

paciencia, una palabra clave

Me estoy dando cuenta, bueno, en realidad no es así, creo que ya tenía conocimiento de ello, pero en estos momentos, vuelvo a recordarlo que las prisas no son buenas consejeras, que acelerar los pasos, no siempre te llevan al lugar deseado en el momento más adecuado. Esta reflexión proviene de cositas que me ocurren y las que les doy vueltas y más vueltas en mi cabeza. Quizás una historia pueda aclarar aquello que pienso.


Una enseñanza acelerada
Matajuro Yagyu, hijo de un célebre Maestro del sable, fue renegado por su padre quien creía que el trabajo de su hijo era demasiado mediocre para poder hacer de él un Maestro. Matajuro, que a pesar de todo había decidido convertirse en Maestro de sable, partió hacia el monte Futara para encontrar al célebre Maestro Banzo. Pero Banzo confirmó el juicio de su padre:
- No reúnes las condiciones.
- ¿Cuántos años me costará llegar a ser Maestro si trabajo duro? - insistió el joven.
- El resto de tu vida - respondió Banzo.
- No puedo esperar tanto tiempo. Estoy dispuesto a soportarlo todo para seguir su enseñanza. ¿Cuánto tiempo me llevará si trabajo como servidor suyo en cuerpo y alma?
- ¡Oh, tal vez diez años!
- Pero usted sabe que mi padre se está haciendo viejo, pronto tendré que cuidar de él. ¿Cuántos años hay que contar si trabajo más intensamente?
- ¡Oh, tal vez treinta años!
- ¡Usted se burla de mí. Antes eran diez, ahora treinta. Créame, haré todo lo que haya que hacer para dominar este arte en el menor tiempo posible!
- ¡Bien, en ese caso, se tendrá que quedar usted sesenta años conmigo! Un hombre que quiere obtener resultados tan deprisa no avanzará rápidamente - explicó Banzo.
- Muy bien - declaró Matajuro, comprendiendo por fin que le reprochaba su impaciencia - acepto ser su servidor.
El Maestro le pidió a Matajuro que no hablara más de esgrima, ni que tocara un sable, sino que lo sirviera, le preparara la comida, le arreglara su habitación, que se ocupara del jardín, y todo esto sin decir una palabra sobre el sable. Ni siquiera estaba autorizado a observar el entrenamiento de los demás alumnos.
Pasaron tres años. Matajuro trabajaba aún. A menudo pensaba en su triste suerte, él, que aún no había tenido la posibilidad de estudiar el arte al que había decidido consagrar su vida.
Sin embargo, un día, cuando hacía las faenas de la casa, rumiando sus tristes pensamientos, Banzo se deslizó detrás de él en silencio y le dio un terrible bastonazo con el sable de madera (boken). Al día siguiente, cuando Matajuro preparaba el arroz, el Maestro le atacó de nuevo de una manera completamente inesperada. A partir de ese día, Matajuro tuvo que defenderse, día y noche, contra los ataques por sorpresa de Banzo.
Debía estar en guardia a cada instante, siempre plenamente despierto, para no probar el sable del Maestro. Aprendió tan rápidamente que su concentración, su rapidez y una especie de sexto sentido, le permitieron muy pronto evitar los ataques de Banzo, el Maestro le anunció que ya no tenía nada más que enseñarle.
sábado, noviembre 19, 2005

siempre llevamos un lastre

Siempre llevamos un lastre, un peso, una duda, un aspecto negativo que nos prrioriza en todas nuestras acciones y decisiones. Si no lo llevásemos ..... quizás todo fuese más sencillo. Si pudiéramos actuar sólo en función de lo que hemos visto, analizado y evaluado ..... Posiblemente todo resultase más sencillo.
¿Un ejemplo? Bueno, creo que "La mente de Piedra" puede cumplir con el objetivo de explicar esta idea.


H'gen, un maestro chino del Zen, vivía solo en un pequeño templo rural. Un día aparecieron cuatro monjes viajeros y pidieron permiso para encender en su patio un fuego junto al cual calentarse. Mientras preparaban la fogata, H'gen los oyó discutir sobre la subjetividad y la objetividad.
H'gen se les reunió y dijo:
-Ahí hay una gran piedra. ¿Consideráis que está dentro o fuera de vuestra mente?
Uno de los monjes respondió:
-Desde el punto de vista del budismo, todo es una objetivación de lo mental, así que yo diría que esa piedra está dentro de mi mente.
-Has de sentir la cabeza muy pesada -observó H'gen- si andas llevando en tu mente semejante piedra.
martes, noviembre 15, 2005

seguimos hablando de FE

Qué importante es creer en las propias posibilidades!!!!! Qué sencillos parecen todos los obstáculos que encontramos en nuestro camino, cuando confiamos en nosotros mismos, en nuestros ideales, en nuestras ideas ....

Y esto, me recuerda, cómo no, un antiguo cuento:

El viejo tonto que traslado la montaña

Las montañas Taijang y Wangu forman un macizo de casi dos mil metros de altura, en su vertiente norte vivía un campesino de casi 90 años, conocido como el viejo tonto. Su casa se encontraba frente a la montaña, y cuando salía a otro lugar se veía obligado a dar grandes vueltas. Un día se reunió con su familia y dijo:
- Estas montañas nos cortan el camino, entonces todos juntos trataremos de sacarla del camino, de este modo haremos un camino mas recto.
Todos aprobaron, solamente la mujer expreso dudas
- ¿Dónde meterán tantas piedras?
Le respondieron – las echaremos al mar -.
Al día siguiente el viejo tonto con sus hijos y sus nietos con balancines y canastos comenzaron a trabajar duro. Una viuda de la vecindad tenia un niño de siete u ocho años y él también fue a trabajar. A orillas del río Amarillo vivía un viejo con fama de inteligente a quien llamaban Viejo Sabio y que se reía de los esfuerzos del viejo tonto. Un día le dijo:
– Viejo como eres, apenas tienes fuerza para arrancar la hierba.
El viejo tonto detuvo su trabajo y dijo:
- Es cierto que yo soy viejo, pero después de mi muerte, quedaran mis hijos y mis nietos, quienes a su vez tendrán hijos y nietos. Durante ese tiempo la montaña no crecerá, entonces, ¿por qué no vamos a terminar nuestro trabajo?.
El viejo sabio no pudo contestar al viejo tonto.
lunes, noviembre 14, 2005

una palabra mágica: FE

Muchas veces hemos podido escuchar la expresión "la fe mueve montañas". Creo que es cierta, en sentido figurado, esta expresión. Me explico, cuántas veces por una cuestión de fe hemos alcanzado el objetivo deseado, el sueño anhelado... De acuerdo, sólo con fe no basta, se necesitat algo más, pero no se puee olvidar la importancia de la fe.


Nuevo ejemplo y, por tanto, nuevo cuentito:

En las manos del destino
Un gran general, llamado Nobunaga, había tomado la decisión de atacar al enemigo, a pesar de que sus tropas fueran ampliamente inferiores en número. Él estaba seguro que vencerían, pero sus hombres no lo creían mucho. En el camino, Nobunaga se detuvo delante de un santuario Shinto. Declaró a sus guerreros:
-Voy a recogerme y a pedir la ayuda de los kamis. Después lanzaré unamoneda. Si sale cara venceremos, si sale cruz perderemos. Estamos en las manos del destino.
Después de haberse recogido unos instantes, Nobunaga salió del templo y arrojó una moneda. Salió cara. La moral de las tropas se inflamó de golpe. Los guerreros, firmemente convencidos de salir victoriosos combatieron con una intrepidez tan extraordinaria que ganaron la batalla rápidamente.
Después de la victoria, el ayuda de campo del general le dijo:
-Nadie puede cambiar el destino. Esta victoria inesperada es una nueva prueba.
-¿Quién sabe? -respondió el general, al mismo tiempo que le enseñaba una moneda... trucada, que tenía cara en ambos lados.
sábado, noviembre 12, 2005

el corazón nos puede

A partir de ciertos hechos que han ocurrido hoy, me he dado cuenta que muchas veces son nuestros sentimientos (los que sean: ira, tristeza, .....) los que hablan por nosotros. Creo que, en ocasiones es necesario que sepamos controlarlos. No digo que haya que mostrarse como alguien frío, calculador, con un corazón de hielo, pero sí que no permitamos que nada hable por nosotros, sino que seamos nosotros quienes lo hagamos después de haber analizado y visualizado todas las opciones.


Lo mejor para explicarlo puede ser este pequeño cuento Zen:

La apuesta del viejo guerrero
El señor Naoshige declaró un día a Shimomura Shoun, uno de sus más viejos samurais:
- La fuerza y el vigor del joven Katsuchige son admirables para su edad. Cuando lucha con sus compañeros vence incluso a los mayores que él.

- A pesar de que ya no soy joven estoy dispuesto a apostar que no conseguirá vencerme - Afirmó el anciano Shoun.
Para Naoshige fue un placer organizar el encuentro que tuvo lugar esa misma noche en el patio del castillo, en medio de un gran número de samurais. Estos estaban impacientes por ver lo que le iba a suceder al viejo farsante de Shoun.
Desde el comienzo del encuentro, el joven y poderoso Katsushige se precipitó sobre su frágil adversario agarrándolo firmemente, decidido a hacerlo picadillo. Shoun estuvo a punto de caer varias veces al suelo y de rodar en el polvo. Sin embargo, ante la sorpresa general, cada vez se restableció en el último momento. El joven, exasperado, intentó dejarle caer de nuevo poniendo toda su fuerza en el empeño, pero esta vez, Shoun aprovechó hábilmente su movimiento y fue él quien desequilibró a Katsushige arrojándolo al suelo.

Después de ayudar a su adversario semi-inconsciente a levantarse, se acercó al señor Naoshige y le dijo:
- Sentirse orgulloso de su fuerza cuando aún no se domina la fogosidad es como vanagloriarse públicamente de sus defectos.
viernes, noviembre 11, 2005

enseñando a pensar

Estaba yo dándole vueltas a una frasecita que leí el otro día: "Si haces creer a la gente que están pensando, te adorarán; pero si las haces pensar, te odiarán visceralmente". Y trataba de buscarle aplicación a ciertos aspectos cotidianos cuando me acordé de un cuentillo de la Sabiduría Sufí.....

El maestro sufi contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían el sentido de la misma...
- Maestro - lo encaró uno de ellos una tarde - Tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado...
- Pido perdón por eso. - se disculpó el maestro - Permíteme que en señal de reparación te convide con un rico durazno.
- Gracias maestro. - respondió halagado el discípulo.
- Quisiera, para agasajarte, pelarte tu durazno yo mismo. ¿ Me permites ?
- Si. Muchas gracias - dijo el alumno.
- ¿ Te gustaría que, ya que tengo en mi mano el cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo ?
- Me encantaría,... Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro...
- No es un abuso si yo te ofrezco. Solo deseo complacerte... Permíteme también que te lo mastique antes de dártelo.
- No maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso! - se quejó sorprendido el discípulo.

El maestro hizo una pausa y dijo:

- Si yo les explicara el sentido de cada cuento... sería como darles a comer una fruta masticada.
jueves, noviembre 10, 2005

buscando ......

Empiezo a recuperar mi "rollo Zen". Tal vez en ningún momento lo he perdido, sino que de tanto buscarlo, lo tenía delante de los ojos y no lo veía. Pero noto que vuelve mi "paz espiritual", que, de nuevo, dejo fluir las cosas. Y reconozco que eso me mola. Me gusta llegar a este estado, en el que convierto en un mero observador, y analizo la situación hasta llegar a la solución del problema (je, qué bien me ha venido esto para relacionarlo con el cuentito de ayer)
¿Estará influyendo este blog en mi estado espiritual?

Otra historieta, ésta, de Jorge Bucay:

Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como un buscador. Un buscador es alguien que busca. No necesariamente es alguien que encuentra. Tampoco es alguien que sabe lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.
Un día nuestro Buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó Kammir a lo lejos, pero un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadoras. Estaba rodeaba por completo por una especie de valla pequeña de madera lustrada, y una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar.
El Buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como por azar entre los árboles. Dejó que sus ojos, que eran los de un buscador, pasearan por el lugar... y quizá por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción. “Abedul Tare, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días”. Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra. Era una lápida, y sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar…
Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Al acercarse a leerla, descifró: “Lamar Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas”. El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra una lápida. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto, pero lo que lo contactó con el espanto, fue comprobar que, el que más tiempo había vivido, apenas sobrepasaba 11 años. Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar.
El cuidador del cementerio pasaba por ahí y se acercó, lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
- No, ningún familiar – dijo el buscador - Pero... ¿qué pasa con este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que lo ha obligado a construir un cementerio de niños?
El anciano cuidador sonrió y dijo:
"Puede usted serenarse, no hay tal maldición, lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré... Cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí, colgando del cuello, y es tradición entre nosotros que, a partir de entonces, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abra la libreta y anote en ella: a la izquierda, qué fue lo disfrutado…, a la derecha, cuanto tiempo duró ese gozo. ¿Conoció a su novia y se enamoró de ella? ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana, dos? ¿tres semanas y media? Y después… la emoción del primer beso, ¿cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana?
¿Y el embarazo o el nacimiento del primer hijo? ¿y el casamiento de los amigos? ¿y el viaje más deseado? ¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano? ¿Cuánto duró el disfrutar de estas situaciones? ¿horas? ¿días?…
Así vamos anotando en la libreta cada momento, cada gozo, cada sentimiento pleno e intenso... y cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba. Porque ése es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido."
miércoles, noviembre 09, 2005

empieza una nueva aventura

Quizás se me ha ido un poco la olla, pero creo que necesito esto del blog para "leerme", al igual que en ocasiones necesito hablar con mi gente para "escucharme". No sé, son ideas que surgen en mi cabeza. Y pensar que, como a muchos, de pequeño me regalaron un diario (naturalmente con el título de "Mi Diario") y apenas escribí en él. Veremos cuanto dura esta aventura ....

Para empezar, una historia:

El Gran Maestro y el Guardián se dividían la administración de un Monasterio Zen.
Cierto día, el Guardián murió y fue preciso substituirlo.
El Gran Maestro reunió a todos los discípulos para escoger quién tendría la honra de trabajar directamente a su lado.
Voy a presentarles un problema, dijo el Gran Maestro, y aquél que lo resuelva primero, será el nuevo guardián del Templo.
Terminado su corto discurso, colocó un banquillo en el centro de la sala; encima estaba un florero de porcelana seguramente carísimo, con una rosa roja que lo decoraba.
Éste es el problema, dice el Gran Maestro; - resuélvanlo -.
Los discípulos contemplaron perplejos el "problema", por lo que veían los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y la elegancia de la flor.
¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál sería el enigma?
Pasó el tiempo sin que nadie atinase a hacer nada salvo contemplar el "problema", hasta que uno de los discípulos se levantó, miró al Maestro y a los alumnos, caminó resolutamente hasta el florero y lo tiró al suelo, destruyéndolo.
- ¡Al fin alguien que lo hizo! - exclamó el Gran Maestro - ¡Empezaba a dudar de la formación que les hemos dado en todos estos años!.
Usted es el nuevo guardián.
Al volver a su lugar el alumno, el Gran Maestro explicó: - Yo fui bien claro: dije que ustedes estaban delante de un "problema". No importa cuán bello y fascinante sea un problema, tiene que ser eliminado.

Un problema es un problema; puede ser un florero de porcelana muy caro, un lindo amor que ya no tiene sentido, un camino que precisa ser abandonado, por más que insistimos en recorrerlo porque nos trae confort... "Solo existe una manera de lidiar con un problema": atacándolo de frente.
En esas horas, no se puede ser tentado por el lado fascinante que cualquier conflicto acarrea consigo.
Recuerda que un problema, es un problema. No tiene caso tratar de "acomodarlo" y darle vueltas, si al fin y al cabo ya no es otra cosa más que "UN PROBLEMA".
Déjalo, hazlo a un lado y continúa disfrutando de lo hermoso y lo que vale la pena en la vida.
¡No huyas de él... acaba con él!
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