viernes, septiembre 11, 2015

boom boom (1961, john lee hooker)

Frágil… en singular… en plural… Una palabra que, a lo largo de las últimas semanas, me ha venido con cierta frecuencia a la cabeza. Se ha paseado por dentro sin que tuviese, en ocasiones, un motivo concreto para hacerlo. Y cuando lo hace, la primera imagen que aparece es una mano femenina sosteniendo una copa de champagne hecha de un cristal finísmo y como se resbala entre sus dedos y, a cámara lenta, desde un plano cenital, va cayendo hasta estallar en mil pedazos al contactar con la baldosa del suelo. Está claro que original en mis pensamientos no soy….

Y eso me ha hecho pensar en lo débiles e indefensos que somos en general, cómo una decisión, propia o ajena, puede revelar todas nuestras debilidades, cómo puede ocurrir que mostremos nuestros miedos, nuestros temores, nuestros “fantasmas”… cómo el exponernos así al resto de la gente nos da una sensación de desprotección que nos angustia, que nos provoca ansiedad, que nos duele en ese ligerísimo hueso de los sentimientos… y cómo, para ello, nos protegemos, buscamos corazas, armaduras, máscaras, caretas, cascos, yelmos, golas, guanteletes y grebas… Cualquier cosa que nos defienda, posiblemente, de nosotros mismos… y, probablemente, el modo que tenemos de negarnos esas “taras” para no vernos enteros. Eso, claro, cuando decidimos afrontar las cosas y no huir o hacer el avestruz…

Supongo que ir por la vida a pecho descubierto, tampoco es la solución, como, imagino, no lo es, escudarnos en que no lo hacemos porque tenemos los hombros cargados o la espalda ancha y podemos con todo y con más, o aprovechar el agua de la ducha para que se confunda con las lágrimas cuando ya estamos a rebosar buscando esa intimidad tan personal…. Reconozco que poquísima gente me ha visto llorar por algo que sentía muy dentro, que no soy de lágrima fácil, pero, reconozco también, que han sido esos momentos, los de mayor libertad interna e interior que he tenido, que esa sensación de ser un pingajo, al mismo tiempo, me daba una tranquilidad conmigo mismo que pocas veces he conseguido. Paradojas de la fragilidad….


PD: ¿Por qué ese momento de fragilidad se produce cuando mejor estamos anímicamente? ¿O simplemente creemos estarlo? ¿Por qué tapamos nuestros sentinientos?
| Top ↑ |