miércoles, marzo 27, 2013

yo, cecilia... (2011, alejandra govea hernández)

El otro día fui en tren [que, por otro lado, ya sería noticiable y se merecería una entrada propia] y viajé al lado de Cecilia. Digo bien, viajé junto a ella, porque, lo cierto, es que no dejó de sorprenderme a lo largo de todo el trayecto. Antes de que se pusiese en marcha el tren parecía totalmete abducida por la blackberry de trabajo [lo supe porque luego sacó el teléfono personal enfundado en una carcasa blanca con orejitas de conejo… qué monada, Cecilia…] y empezó a llamar a la oficina y hablaba más y más deprisa cada vez, aludiendo que se iba a perder la cobertura en cuanto arrancase el tren. Después llamó a un holandés y en un perfecto inglés estuvo dialogando dando más y más instrucciones [este hecho, me hizo advertir que mi conocimiento del idioma de la Pérfida Albión es más notable y cuantioso de lo que yo creía…]

Una vez que acabó la conversación, pensé que se relajaría y disfrutaría del viaje, mas… ¡¡¡craso error!!! Cecilia desenfundó el portátil [por cierto, para todos los aparatos electrónicos utiliza la misma contraseña…] y continuó con lo que debía ser un proyecto en diapositivas de su propia boda, realizando fotomontajes con distintas instantáneas. Debo reconocer que la chica iba muy mona, que él parecía, digamos, aturdido en el chaqué, que los fuegos artificiales fueron preciosos, que el mini amarillo descapotable fue un detallazo… pero una cosa, Cecilia, el tema de esa penúltima diapositiva, con la liga ya en sus sitio, antes de ponerte el vestido, no veo yo muy claro que sea algo para enseñar, pero no me hagas caso, que lo mismo soy poco progre…

En el fondo, todos estamos, en algún momento, con un Cecilio o una Cecilia, es más, todos lo somos, en algún momento... En una cafetería, en una parada de bus, esperando turno en la carnicería… Todos, hacemos cosas que nos resultan normales en un momento determinado y, sin embargo, a quienes nos rodean, no se lo parece… Ellos son, a partir de ahora, mis Cecilios, mis Cecilias. Yo mismo soy un Cecilio…


PD: ¿Nos extrañan personas que hacen o dicen cosas inapropiadas en el lugar en el que están y luego, nosotros hacemos lo mismo? ¿Sólo nos llaman la atención las situaciones absurdas? ¿Pasa con más frecuencia de lo que nos parece
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