miércoles, enero 04, 2006

de nuevo, PACIENCIA

Encontré este viejo cuento Zen hace tiempo, y lo tenía casi olvidado hasta que, desconozco el motivo, volvió a aparecer en mi memoria. ¡¡Cuántas veces reaccionamos de la misma manera cuando, de algún modo, nos agreden!! Si pudiésemos controlar alguna de nuestras emociones ...


El regalo de los insultos

Cerca de Tokio vivía un gran samurai, ya anciano, que ahora se dedicaba a enseñar el budismo zen a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que aún era capaz de derrotar a cualquier adversario.
Cierta tarde, un guerrero, conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allí. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para captar los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante.
El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Conociendo la reputación del samurai, estaba allí para derrotarlo y aumentar así su fama.
Todos los estudiantes se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío.
Fueron todos hasta la plaza de la ciudad, y el joven comenzó a insultar al viejo maestro. Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió a la cara, gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus antepasados.. Durante horas hizo todo lo posible para provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró.
- Decepcionados por el hecho de que su maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:
- ¿Cómo ha podido usted soportar tanta indignidad? ¿ Por qué no usó su espada, aún sabiendo que podía perder la lucha, en vez de mostrarse cobarde ante todos nosotros?
- Si alguien se acerca a tí con un regalo, y tú no lo aceptas, ¿a quien pertenece el regalo? preguntó el samurai.
- A quien intentó entregarlo - respondió uno de los discípulos.
- Pues lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos - dijo el maestro. - Cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.

1 ingredientes:

Anónimo dijo...

No debemos anteponer una safisfacción terrenal e inmediata pero fragil a la grandeza de un mejor vivir interior y duradero, pero...
tú estás seguro de querer recuperar tu lado Zen? Lo digo más que nada porque desde que no lo utilizas tanto ganamos más partidos...
Que tal vez ese sea el camino y por tanto lo Zen sea no serlo.

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