viernes, diciembre 22, 2006

aquellos maravillosos años

Se me está apagando la infancia. Se me está acabando. Va desapareciendo, difuminándose, convirtiéndose en una época de borrosos recuerdos. Y una gran parte de esos recuerdos de mi infancia lo hicieron posible William Hanna y Joseph Barbera (vamos, los famosos Hanna-Barbera de toda la vida). Gracias a estos dos señores descubrí que todos los animales pueden hablar, cómo fue la vida en la prehistoria, cómo sería en el futuro, que las hienas tenían miedo y no reían, sino que lloraban, que los hipopótamos tienen un grito "hipohuracanado", que los osos necesitan de las cestas de comida de los visitantes, que existe un lugar llamado Yellowstone, que un gorila puede ser una mascota, que los cocodrilos son realmente lagartos y que se llaman Juancho, que hay perros azules, que se realizan carreras de coches locos, que un perro puede ser bedel en una comisaría de policía y, al mismo tiempo, dominar las artes marciales y combatir el crimen, que los gatos siempre perseguirán a los ratones, pero cuando hablan tienen acento andaluz, que hay hormigas que son atómicas, que un caballo puede ser sheriff en el lejano oeste, que un perro miedoso puede resolver misterios, que existen pequeños seres azules, que bajo el mar viven especies con un tubito en la cabeza, que los gatos callejeros viven en cubos de basura en solares y no se llevan bien con los agentes de la ley, que las tortugas quieren ser D'artagnan, que hubo un Capitán Cavernícola, que un gato y un ratón también pueden ser mudos, que ..... Bueno ¡¡¡ tantas cosas!!!!!

Y esto viene a cuenta porque el único de los dos que aún quedaba (Joseph Barbera), hace un par de días, guardó definitivamente su lápiz, sus pinceles, las pinturas y fue a reunirse con su amigo. Y tengo miedo de que mi infancia desaparezca definitivamente. De todos modos, ....
Thank you, Mr. Hanna. Thank you, Mr. Barbera.



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