miércoles, enero 26, 2011

la vida que te espera (2004, manuel gutiérrez aragón)

Hace unos meses comenté ciertos recuerdos e hice una vuelta a mis orígenes. Bueno, en realidad creo que fue más un paseo que una vuelta en toda regla. El caso es que en los últimos tiempos ando dándole vueltas a un regreso físico a ese lugar, a ese pueblo perdido entre las montañas cántabras, a ese entorno marcado por vacas, a esos pequeños muretes de piedra delimitando las fincas, a esa arquitectura rural, que relaciona el modo de vida ganadero y la muda. Muchos de mis recuerdos de infancia vienen, irremediablemente, marcados por los veranos pasados allí. Recuerdos en sepia algunos, en blanco y negro otros, algunos coloreados y otros en vivos colores... Supongo que están relacionados con la viveza de las experiencias vividas, pero, principalmente, por la sensación de tranquilidad respirada allí, entre pasiegos, unos pocos veraneantes, una serpenteante carretera comarcal, flores de manzanilla los días soleados y “caza” de caracoles los nublados [abundantes estos días, con la niebla, especialmente al atardecer]


Las casas, no lo son propiamente, o sí.. no lo sé... son cabañas, en las que el lugar de los animales está en la planta baja y en la superior se ubica el pajar y la habitación. Son de planta rectangular, con tejado de lastras, y solana, a la que se accede a través de una escalera exterior. Las más antiguas son menores y datan del siglo XVIII. La mayoría de ellas, están acondicionadas a la vida actual. Y, sin embargo, estar allí es como desconectar del mundo, es sentirse aislado y abrir la posibilidad a olvidar problemas, dudas, inquietudes... y crearse nuevos horizontes, nuevas metas, nuevas ideas...


Hace mucho que no voy, posiblemente diecisiete años. Demasiados. Demasiados incluso para mí. Porque aquello no es sólo parte de mi infancia, aquello, ese pueblo de poquísimos habitantes, ese pueblo que queda aislado con los primeros copos de nieve en invierno, ese pueblo de leche recién ordeñada, de juegos infantiles, de cuévanos, dalle y trashumancia... ese pueblo es también mi abuelo. Están relacionados. Están unidos. Y para mí, el uno carece de sentido sin el otro. Creo que debo volver....



PD: ¿Dónde se desarrollan tus recuerdos de infancia? ¿Mantienes los colores, los aromas, el tacto? ¿Qué recuerdas de aquellos años?

2 ingredientes:

Girl From Lebanon dijo...

La Vega de Pas es un paraiso en la tierra :))

a pesar de criarme en la misma tierra que tu, mis recuerdos de infancia huelen a trigo recién cosechado, a paseos en bici bajo los aspersores, a moras en los árboles y a lluvia sobre tierra reseca...lo que viene siendo Castilla...

Bss!!!

lussor dijo...

supongo que ésa es la magia de los recuerdos de infancia... posiblemente todos tenemos recuerdo y/o experiencias similares, pero a unos nos quedan más marcadas unas y a otros, otras....

bienvenida!!! besitos para ti también....

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