viernes, marzo 25, 2011

el camarada perdido (????, gustave henry mosler)

El otro día me di cuenta. Notaba que faltaba algo, pero no sabía acertar con qué era. Era esa sensación que te abraza, que te inunda, que la sientes muy dentro y, sin embargo, no eres capaz de encontrar, de discernir el motivo. En este caso, uno sabe que es por la ausencia de algo, por su inexistencia, pero no logra averiguar de qué se trata, hasta que, de pronto, cruza esa imagen por la imaginación y lo ve todo claro. Las brumas mentales se despejan y se vislumbra el camino de baldosas amarillas que lleva hasta esa idea perdida y no encontrada, hasta esa ocurrencia que sólo estaba difuminada y que en ese preciso momento comienza a verse diáfana.


Y ahora lo veo claro y nítido. Veo, paseando por la calle de cualquier ciudad o pueblo, contenedores donde depositar el cartón, el papel, el vidrio, los restos de comida, el plástico… incluso, donde dejar ropas que ya no usaremos… pero echo de menos la presencia de contenedores de tristeza. No tenemos contenedores de tristeza. No hemos sido capaces de crear unos recipientes en los que arrojar aquello que no queremos, que nos sobra, que nos daña… No hemos creado nada donde poder deshacernos de la pena, el desconsuelo, la aflicción, la amargura, la melancolía, la pesadumbre, el pesar, el quebranto, la tribulación, la desdicha o la nostalgia...


Le doy vueltas al tema y [forzando un poquito] me planteo cómo será nuestra evolución si no hemos sido lo suficientemente inteligentes como para crear un depósito en que acumular congojas, desconsuelos, abatimientos, angustias, desolaciones, ahogos, desesperaciones, desánimos, pesimismos, melancolías, morriñas, añoranzas... para poder reciclar todos estos sentimientos y darle nuevos usos, nuevas aplicaciones. Sí, lo sé... no pido una desaparición total y completa de la tristeza. En el fondo es lo que equilibra a nuestras alegrías, venturas y satisfacciones y lo ideal es punto medio. Acepto todo eso, pero... tengo la sensación que los momentos de “felicidad” son más cortitos y los aprovechamos menos que los de “infelicidad” que se nos hacen eternos y nos duelen más....



PD: ¿Cuál es tu solución cuando estás triste? ¿En qué o en quién te refugias? ¿Cuánto dura esa sensación?

5 ingredientes:

toayita dijo...

No sabes lo que me alegra volverte a leer aquí, aunque sea hablando de tristezas :)
Yo soy muy de hacerme bichobola, incluso de regodearme en el lodo de la pena...buscar las cosas que me duelen...hasta que ya no puedo más y salgo a buscar a mis amigos, a los de verdad...no sé si es la mejor manera de hacerlo, pero es la única que conozco

toayita dijo...

Y besos....claro ;)

Ros dijo...

en mi propia pena, no hay nada mejor que regocijarse en la propia pena de una y, cuando no puedes más... llamar a mamá y llorarle... de todas formas suelo contar casi todo de manera natural pero cuando estoy mal me gusta estar sola y no hablar con nadie. No tengo un término medio de duración, depende de cómo y por qué sea la pena así me dura la tristeza pero ultimamente lo llevo mejor y me dura menos, con la edad relativizo más.Los amigos, pocos, porque siempre son pocos, al menos para mí, los de verdad son pocos, esos que siempre están aunque a veces sean invisibles, también ayuda y siempre te esperan y te acogen cuando estás mal.

lussor dijo...

toayita... gracias por la bienvenida... ddiscrepo, seguro que conoces más modos... otra cosa es que el "bichobolismo" sea el estado en el que más cómoda te encuentres... besitossssss....

lussor dijo...

ros... me gusta ese concepto de "amigos invisibles" que dices... me ha ha dado una idea para una entrada, así que, si me lo permites, te rapto ese concepto un ratito.... lo del regocijo en la propia pena, parece que somos todos muy de hacerlo.... graciasssss... besitossssssssss.....

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