viernes, noviembre 01, 2013

sleepy halloween (1999, tim burton)

Se nos ha ido de las manos el tema de Jalogüín [sí, ya sé que está mal escrito, que correctamente es Jálogüin]. Partiendo de la idea que me toca mucho la parte escrotal que los norteamericanos copien algo que, de por sí, es inimitable, y hagan correr a unos bisontes por un trazado vallado, imagino también que al hijo de miss Dorothy, natural de la bella localidad de Willimantic, en el condado de Windham, en Connecticut, le sorprenderá ver, a través de internet, que en Villanueva del Pardillo, provincia de Madrid, los infantes se dediquen a ir casa por casa disfrazados de muertos vivientes o cualesquiera de los personajes que a mayor gloria interpretó Bela Lugosi, pidiendo chucherías varias a cambio de no tirarle huevos a las ventanas. Porque claro, el willimanticeño piensa que, con lo que les costó re-adaptar una festividad celta, no está bien que otros se aprovechen ahora de ese esfuerzo.

Todo esto viene a cuento porque volviendo de entrenar me he encontrado con innumerable chavalería disfrazada de Príncipe de los Cárpatos, nativas de Salem de finales del siglo XVII y otros personajes de la literatura fantástica… Pero no sólo eso, junto a ellos iban presuntos adultos responsables caracterizados de algún modo que no logro entender, y que me evocaban más a Ramón García desde el Hostal Americano la última noche del año que otra cosa… Y sin embargo, tengo la sensación de que los disfraces se repiten, que las ideas son las mismas, que no hay innovación y, sobre todo, que no hay pasión.

En fin, que me desvío, decía al principio que se nos ha ido de las manos y creo que el mayor ejemplo es [y ojo, es una true story de Champions League] una niña que he visto que estaba reutilizando el traje de la Primera Comunión [sin las gasas y adornos] aunque no me ha quedado claro si iba disfrazada de la niña de la curva, la novia cadáver o Christina Ricci vestida de gala… Tampoco creo que todo tenga que ser Tenorio y huesos de santos, pero hay un punto medio…


PD: ¿Por qué nos influyen las tradiciones y festejos de otros lugares? ¿Qué ejerce esa atracción? ¿Por qué no somos capaces de ser originales?

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