lunes, enero 29, 2007

los fantasmas del roxy (1987, juan marsé y joan manuel serrat)

Hoy me he encontrado con una droguería. Rectifico, ella me ha encontrado a mí. Una vez escuché que no eres tú quien encuentra un libro, sino que son los libros quienes te encuentran a ti. Bueno, pues eso me ha pasado. Me ha encontrado una droguería. Estaba trabajando, en realidad no estaba físicamente sentado frente al ordenador redactando documentos, sino que iba a entregarlos cuando ella me ha silbado para llamar mi atención. Lo ha conseguido. Al principio, me he hecho un poco el loco, pero de manera disimulada la he mirado y cuando no hemos mirado a los ojos no he podido resistir la tentación y me he parado a observarla detenidamente. a través de sus ventanales he mirado a su interior, y nuevamente, sorprendido, he advertido su sencillez, su ternura, su humildad y su cariño.

La verdad es que sido poco osado. No me he atrevido a entrar. Sólo la observaba. He visto ese viejo mostrador, las molduras recorriendo todo el local, los distintos productos apilados en estanterías de antaño, ... No sé, no he querido entrar, quizás por miedo, por temor a que no oliese a Zotal, a que no conservase unos aromas y un ambiente que yo creía olvidados. Me ha recordado a una antigua droguería que había en la esquina de la acera donde vivo. La regentaba un matrimonio con sus hijas, pero sólo tengo vagos recuerdos de las personas. Espacioso, con muchos productos, o al menos, a mi me lo parecía, con una cierta penumbra, que siempre me ha parecido inherente a estos negocios. Y con una trastienda, oculta por una descolorida cortina, que siempre me pareció un lugar ideal para esconder un tesoro. Nunca entré, pero siempre quise saber qué se ocultaba allí, qué tesoros ocultos podrían descubrirse en aquel lugar oculto para la clientela. Cerró hace mucho tiempo, aún era yo un niño. Y pensaba que con él muchos de mis recuerdos. Pero no, hoy han vuelto y estoy contento por ello.


PD: ¿Por qué dejaron de venderse los detergentes en recipientes de cilíndricos? De acuerdo, ocupaban espacio, pero los niños de varias generaciones los utilizamos para jugar como tambores y con dos cucharas ya teníamos una batería. ¿Quién no metió la cabeza en uno de ellos y aún hoy recuerda ese olor a detergente? ¿A qué hoy ya no huele igual?

1 ingredientes:

Anónimo dijo...

No ya no huelen igual,ahora los hacen saborizados jajajaja.

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