
Lo mejor es que aparece el silencio. Sí, es algo que por un extraño motivo va asociado a la nieve. Cuando aquí caen copos, todo el mundo va más pausado, los coches no hacen sonar sus cláxones, la gente no grita, no corre por la calle. El silencio se apodera del pueblo y de nosotros, y sólo se ve roto por las risas de los chiquillos tirándose bolas de nieve entre ellos o a todo lo que se les ponga por delante, que lo mismo les da una señal de tráfico que un autobús urbano. Decía que se pone imposible cuando nieva, porque no estamos preparados. En cuanto unos copos caen, ya tenemos un lío montado. El tráfico se ralentiza, la gente camina con cuidado para no resbalarse y caer, los bares y cafeterías se llenan de clientes que entran, muchos de ellos, por el calorcito que hay dentro, y lo que es peor, mis orejas se ponen coloradas del frío, al igual que mi nariz, y las siento heladas y rojas. Cosas del frío. Pero eso sí ... ¡¡¡Qué bonito es mi pueblo cuando nieva!!!
PD: ¿Los quitanieves a qué se dedican el resto del año? ¿Sólo trabajan tres meses al año? Yo de mayor quiero ser quitanieves, entonces.
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