lunes, mayo 07, 2007

el tres de mayo de 1808 en la montaña del príncipe pío de madrid (1814, francisco de goya)

Mil ochocientos ocho. Madrugada del dos al tres de mayo. Montaña del Príncipe Pío. Madrid. fusilamientos dos de mayo. Soldados franceses armados con sables y bayonetas. Ajusticiados españoles vistiendo camisas y pantalones. Sentenciados que miran con terror o bien cubren su cara con las manos. Mujeres y niños mirando a sus maridos y padres yacen inermes en el suelo. Charcos de sangre. Verdugos que cargan sus armas. Rostros vulgares, atemorizados y desesperados. Verdugos anónimos ejecutando una orden. Ajusticiados caídos en desorden. Sangre. Mucha sangre. En la lejanía, dos personas observan la escena. Uno, maestro pictórico, el otro, su sirviente.

Se sabe que Goya observó estos cruentos episodios y que tomó apuntes la misma noche en que acontecieron los hechos. Pero, dejemos que sea su criado Isidro, y no yo, quien hoy hable y haga la narración de los hechos, de un modo emotivo y vibrante: "Desde esta misma ventana vio mi amo los fusilamientos con un catalejo en la mano derecha y un trabuco cargado con un puñado de balas en la izquierda. Si llegan a venir los franceses por aquí, mi amo y yo somos otros Daoiz y Velarde."

Isidro contó también que al acercarse la media noche Goya le ordenó que cogiese el trabuco y le siguiese: "Fuimos a la montaña del Príncipe Pío, donde aún estaban insepultos los pobres fusilados. Era noche de luna, pero como el cielo estaba lleno de negros nubarrones tan pronto hacía claro como oscuro. Los pelos se me pusieron de punta cuando vi que mi amo, con el trabuco en una mano y la cartera en la otra, me guiaba hacia los muertos (...). Luego, sentándonos en un ribazo, a cuyo pie estaban los muertos, mi amo abrió su cartera, la colocó sobre sus rodillas y esperó a que la luna atravesase un nubarrón que la ocultaba. Bajo el ribazo revoloteaba, gruñía y jadeaba algo (...), pero mi amo seguía tan tranquilo preparando su lápiz y su cartón. Al fin la luna alumbró como si fuera de día. En medio de charcos de sangre vimos una porción de cadáveres, unos boca abajo, otros boca arriba, éste en la postura del que estando arrodillado besa la tierra, aquel con la mano levantada."


PD: ¿Por qué nos empeñamos en repetir nuestras guerras? ¿Hay algo peor que una guerra civil? ¿Algo más doloroso que hermanos, padres e hijos se enfrenten hasta la muerte? ¿Cuándo aprenderemos?

1 ingredientes:

Anónimo dijo...

POSGUERRA,es lo peor a una guerra.
Es el momento de empezar de cero a construir,a vivir,a arrepentirse,a pensar y darse cuenta de que no valio la pena.Eso admiro yo mucho en el ser humano,la capacidad de volver a sembrar,de crear cosas bonitas en esos espacios que quedan desolados,lleva su tiempo,tristezas,luchas.Pero finalmente ganan.

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