Empiezo a irme una vez más por los cerros de Úbeda (que no se sabe muy bien por dónde están, pero se supone que cerca de Úbeda. El único problema es que esta localidad está en un llano, pero por lo demás...) Pues bien, debo reconocer que yo he sido uno de esos inconscientes que ha saltado al recorrido del encierro (¡qué nombre tan apropiado!) y ha corrido delante de los astados, con la consiguiente incertidumbre de mi señora madre, hasta que finalizada mi participación, acudía a una cabina de teléfonos (por cierto, esto me hace pensar en una futura entrada) y en ella le comunicaba mi participación y mi integridad física. No soy capaz de describir el cúmulo de sensaciones, de sentimientos, de ideas que se agolpan en mi cabeza, que se suceden entre mi pecho y espalda, durante los instantes previos a que un cohete salga disparado y suene en el aire avisando que todo empieza. No sé, es algo que deseas volver a repetir, al mismo tiempo que crees que no deberías volver a hacerlo. Extraña situación. ¿Soy capaz de explicarme?
La verdad, es que creo que aún no he dicho mi última palabra. Vamos, que aún me faltan dos o tres encierros para terminar. Desconozco si los haré o no, pero es algo que me apetece volver a repetir. Recuperar esas sensaciones. Vivir de nuevo esas experiencias.
PD: ¿Por qué sentimos una cierta atracción hacia el riesgo? ¿Por qué el peligro no nos parece, en ocasiones, tan grave? ¿Qué te gustaría hacer que te parece peligroso?
0 ingredientes:
Publicar un comentario