
En el fondo, me temo que la culpa de que este tipo de sentimientos se agolpen dentro de mí, combatiendo por salir, es culpa de los poetas. Bueno, de ellos y de mí por leerlos. Si don Gustavo no hubiese comentado nada sobre esas golondrinas, o don Antonio no hubiese dicho palabra alguna acerca de la monotonía de la lluvia tras los cristales, o don Federico no nos hubiese acercado su ritmo, ... pero no, tuvieron que hacerlo. Y yo tuve que encontrar esas reflexiones y leerlas. Además, por una extraña razón que no alcanzo a entender, y creo que ya lo he comentado alguna otra vez, vienen a mi mente recuerdos en blanco y negro, los más, y en sepia, los menos.
Imágenes en las que en la calle llovizna. Imágenes de aceras pobladas de hojas secas mostrando todos los matices del color marrón. Imágenes de juegos de mesa, cartas, parchís, ajedrez, ... Imágenes un niño leyendo, haciendo los deberes, o, simplemente, merendando un bocadillo de mortadela y mantequilla (y no salí obeso). Imágenes. Recuerdos. Memoria...
PD: ¿Por qué los poetas son capaces de captar tan bien esos sentimientos que nos invaden? ¿Por qué a ellos se les ocurrió antes que a mí escribir sobre ello? ¿Por qué cada estación del año va ligada a sentimientos y sensaciones distintas?
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