viernes, octubre 05, 2007

el hombre invisible (1897, h. g. wells)

De la noche a la mañana (y nunca mejor dicho) me he convertido en el hombre invisible. Tan es así que, incluso, a mi queridísima madre le cueta reconocerme. Anoche, al salir de la ducha, en uno de estos arranques que nos dan a las personas, decidí afeitarme la barba. Dicen, quienes saben, que, en ocasiones es conveniente hacerlo con el fin de que se regenere la piel. No sé, no me creo yo mucho estas cosas, pero el caso es que lo hice. Me afeité. Y si ya es difícil para uno mismo reconocerse en el espejo después de tanto tiempo (en trece años creo que sólo en dos o tres ocasiones lo había hecho) más lo es para la gente que te rodea. Trataré de hacerme entender. Mi señora madre me mira con ojos inquisitivos como preguntándose “¿quién es este muchacho que ha entrado en casa con llaves, que habla con la misma voz de mi hijo y, sin embargo no se parece a él?”


Pero esta situación se acentúa en la calle. Personas con las que coincido a diario yendo a trabajar o en la dosis de cafeína, o comprando el pan, o las amistades familiares…. me han retirado el saludo. Pero, además, se nota que no lo hacen con conciencia. Vamos, que no se dan cuenta. Simplemente no me reconocen. Lo mismo que si llevase la cabeza totalmente vendada unas gafas de sol y un sombrero. Lo mismo. La misma mirada me dirigen. Soy el puto hombre invisible.


En fin, una locura esto. Porque una vez que me reconocen tengo que dar explicaciones de porqué lo he hecho. Y soy políticamente correcto, lo reconozco, aunque me dan ganas de decir…. “porque me ha salido de los hue…”. Me he convertido en un desconocido para mis conocidos… Por cierto, madre cree que estoy ahora “más guapo”, lo cual supone un error ya desde la base, porque ese más quiere decir que ya lo soy…. ¡¡Y eso sí que no!!



PD: ¿Nunca te has sentido como si nadie te hiciese caso? ¿Cómo un punto y aparte donde no deberías estar? ¿No has experimentado esa sensación de vacío interno tan angustiosa?

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