martes, septiembre 14, 2010

joven toro (1647, paulus potter)

Por circunstancias que no vienen al caso, al menos no de momento, este fin de semana he tenido que viajar. Ha sido en coche y no todo por autopistas y autovías, sino que pasamos por otro tipo de carreteras. Quizás, por ello, han venido a mi mente recuerdos de mi niñez. Imágenes de vacaciones de verano. Evocaciones de meses de estío en una villa pasiega. En definitiva, he recordado algunas cosas que creía tener olvidadas y, sin embargo, sólo una capa de polvo las ocultaba de mi memoria. Permíteme que te ponga al día. Desciendo, entre otras cosas, de pasiegos, de gente que vive en las montañas cántabras, dedicada en exclusiva al cuidado de las vacas y del forraje. Y me siento tremendamente orgulloso de ello.


Me siento orgulloso de haber pasado la mayor parte de los veranos de mi vida allí. En un pueblo que, ahora, apenas llega a los ciento sesenta habitantes. Orgulloso de haber podido disfrutar durante mis vacaciones estivales de un montón de cosas que ahora, me temo, los niños no hacen o no pueden hacer. He “conducido” vacas por callejas, fincas, carreteras más que comarcales... He trabajado con el dalle (la guadaña) en la hierba. He ordeñado a esas vacas. He perseguido esa yegua que se escapaba y me he montado en una burra. He limpiado estiércol, cargado con un cuévano y disfrutado en las fiestas patronales....


Esto viene a cuenta de que, cuando íbamos a la gran capital, en un momento dado, pasábamos por delante de uno de los toros de Osborne (que, por cierto, ya no existe). Y este fin de semana, he visto unos cuantos. En buen estado, por cierto. Y esa imagen me ha traído aromas de mi infancia. La tortilla de patata de “abu”, los filetes empanados, las carreteras estrechas y sinuosas, la manzanilla del campo, la búsqueda de caracoles, la niebla... Me trajo a la memoria a mis abuelos. Así que, pensando acerca de la polémica de los toros y una corriente que hubo para retirar esas figuras metálicas de catorce metros, me niego a todo ello. Simplemente, porque soy egoísta. Y esos toros, inconscientemente, forman parte de mi pasado y de las personas que quiero o he querido....



PD: ¿Cuántas veces asociamos un recuerdo a un olor? ¿Cuántas veces un olor nos lleva de nuevo al pasado? ¿Será cierto eso de la memoria olfativa?

5 ingredientes:

toayita dijo...

Voy con retraso en casi todo, pero es que me mantienen ocupada otros asuntos, espero sepa usted disculparme...

Alguien me dijo una vez que la mente humana es incapaz de reproducir un olor como recuerdo...no sé si estoy muy de acuerdo...de lo que sí estoy segura es de que no hay nada como un olor para llevarte en décimas de segundos a tiempos muy, muy lejanos...bueno, quizá una canción...habría que ver.

Un beso, señor con barba

Anónimo dijo...

No hay nada más evocador que un aroma; al instane te transporta en un viaje en el tiempo hacia el dueño de ese olor y, lo mejor, asociado a un instante concreto, grabado para siempre en las retinas.

lussor dijo...

gracias toayita y anónimo por comentar....
desde luego que un aroma puede llevarte a una persona, a un lugar, a una situación del pasado... pero... se puede retener ese olor en la memoria?? sinceramente creo que sí, al menos, yo con un par o tres de aromas de mi pasado, puedo recrearlos en mi mente y, casi, casi, sentir que los estoy oliendo en ese momento....

Anónimo dijo...

Se pueden retener o incluso esconder entre las telarñas de la memoria, y aún así en segundos evoca todo un mundo de sensaciones, casi tan nítidas como fueron en su momento.

lussor dijo...

toda la razón del mundo, poco se puede añadir a eso.... gracias por tu aporte....

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