miércoles, diciembre 15, 2010

alejandro vi (2007, mónica berenstein)

Estaba yo ayer comiendo, terminando de hacerlo de hecho, el primer plato. Concretamente una sopa de letras y, ya sabes, que te quedan las últimas y tratas de formar palabras y jugar con ellas. Me quedaban nueve letras. Tres aes, dos bes, una ce, una ele, una erre y una u. Trataba de conjuntar todas para formar una única palabra y no había manera. Me salían distintas con siete, seis, cinco, cuatro.. letras cada una, pero nada no conseguía una palabra que uniese a todas ellas. Pasaron por delante de mí albarca, rábula [cuánto me gusta esta palabra con lo mal que viene...], cabra, baúl.... y otras varias, hasta que la vi. Parpadeé repetidamente, me froté los ojos, comprobé una y otra vez que no estaba equivocado y sí, ahí estaba la palabra. No me lo podía creer. RUBALCABA.


Y, claro no podía ser de otra manera. Le he leído en prensa, escuchado en la radio, visto en televisión. Hablando de un estado de alarma y de controladores, inaugurando una comisaría en un barrio de la capital del Reino, mostrándose intransigente con los terroristas, siendo señalado como futuro candidato presidencial por su partido y, hasta, en cierto modo, vinculado con la “Operación Galgo” porque resulta que Manuel Pascua Piqueras [uno de los imputados], fue su entrenador cuando el Vicepresidente corría los cien metros lisos. Normal que apareciese en medio de mi comida. Últimamente está hasta en la sopa. En la mía. En la de letras.


Supongo que es el riesgo [para los demás] cuando todos te señalan como el más listo y te piden que aportes soluciones. Que acabas metido en todos los berenjenales, aunque no quieras, como el de la “Operación Galgo”. Y que puedas acabar saturando al ciudadano con tanta aparición, tanta explicación, tanta declaración, tanta foto, ... Al menos, eso me ocurre a mí. Que ya me encuentro a este señor hasta en la sopa. Y me pregunto si él no recordará con nostalgia, los años transcurridos entre 1996 y 2004, cuando era sólo un diputado más. Uno entre trescientos cincuenta. Curioso. Trescientos cincuenta. Como cuando redacto.



PD: ¿Tanta aparición pública no acaba por “quemar” a los políticos? ¿No acabamos por perder credibilidad en quien aparece mucho en los medios? ¿Por qué no hay un solo político que reconozca lo bien que hacen las cosas otros [cuando sucede] y lo mal que lo hacen los suyos [cuando eso ocurre]? ¿Tan difícil es?

1 ingredientes:

Liou Duvinini dijo...

Interesante...

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