martes, febrero 06, 2007

el auto nuevo (1974, gaby, fofó, miliki y fofito)

Aunque estoy muy contento de ser de mi pueblo, es de justicia decir que mis antepasados no son todos naturales de él, ni tan siquiera de la misma región. Así que yo soy poliespañol (no creo que exista esta palabra, pero me gusta). Provengo de distintos lugares. Un poco soy de todas partes y no soy de ningún sitio. Bueno, que me escapo del tema. Esta condición plurirregional obligaba a visitar a los familiares de los antepasados en sus distintos puntos de origen. Vamos, que en vacaciones de verano había que ir de visitas, si bien la visita se prolongaba por espacio de prácticamente todo el estío. Y uno de esos antiguos recuerdos, de esas imágenes que se mantienen en mi retina son los desplazamientos en coche con mis abuelos. Me encantaba ir con ellos en coche. Ver conducir a mi abuelo. Imitar sus gestos, sus manos al volante, cuando cambiaba de marchas,... Y yo en el asiento de atrás imitándole. Bueno, eso cuando no estaba dormido, arropado por esas mantas antiguas (tengo la sensación de que las mantas de ahora abrigan menos que las de antes).

Ir en coche con mi abuelo era sinónimo de rituales, de tradiciones que, año tras año se mantenían. Desayunar en el mismo bar de la misma ciudad. Comer en el mismo prado de siempre las tortillas de patata cocinadas por mi abuela (aún las sigue haciendo y siguen pareciéndome las mejores del mundo). Y repostar gasolina, casi siempre en el mismo sitio. La misma gasolinera a la ida y la misma gasolinera a la vuelta, lo que no significa que fuese una única, sino una a la ida y otra diferente cuando volvíamos. Y he aquí mi recuerdo. El de las gasolineras. Ya no huelen igual. Ahora es todo más aséptico, que no está mal, pero ya no me gusta. Me encantaba bajar del coche y oler ese aroma a gasolina, a gasóleo entrando dentro de mí. Estirar las piernas era la excusa para dar vueltas alrededor del SEAT 1430. Escuchar cómo mi abuelo hablaba con aquél señor mayor, vestido con un buzo azul y con una bolsita llena de billetes a la cintura, con los dedos manchados de grasa. Y en las gasolineras de hace 20 ó 25 años nunca llovía, siempre el cielo estaba brillante, siembre había flores entorno a ellas. Y aunque todas eran iguales, en el fondo todas eran diferentes (me parece que ahora no pasa eso, ahora, simplemente, todas son iguales).

Que no se me olvide. En esas gasolineras, formaban parte de ellas, la estantería azulita giratoria con cintas cassette, cerrada con candado, de Manolo Escobar, Peret, María Jesús y su acordeón, los chistes de Arévalo,...... Antes, en las gasolineras había gasolina y, como mucho, cintas de música. Ahora, hay de todo menos gasolina.


PD: ¿Por qué las cosas ya no me huelen como antes? ¿Las familias ya no salen al campo juntos el fin de semana? ¿Por qué las gasolineras han perdido su encanto? De acuerdo, para que exista más seguridad (voy a hacer como que me lo creo), pero... ¿tantas gasolineras ardían en los 80's? De eso no me acuerdo.

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