
Y de eso quiero hablar. De miradas. De esas miradas desafiantes, de las otras que imploran piedad, de aquéllas que transmiten paz y sosiego, de las miradas llorosas, de ésas que ríen, de las que te acompañan. Miradas. Las inocentes de los niños, las sabias de los ancianos, las cansadas de los que leen, las dormidas de los que no duermen. Miradas. Pacientes, comprensivas, arrogantes, misteriosas, ilusionadas. Miradas que dicen más de lo que aparentan, mucho más. Ésas que transmiten fuerza, debilidad, desasosiego, preocupación, cansancio.
Quiero hablar de miradas. De todas y de ninguna. De tu mirada y de la mía. De las cómplices, de las que ocultan secretos, de las que manifiestan verdad, de las que mienten, de unas que sueñan, de otras que te atraviesan, de las que son claras y limpias, de las que no lo son. Quiero hablar de miradas. De aquéllas distraídas, de las que miran y no ven, de ésas que observan y no pierden detalle, de las que se entornan, de éstas que escudriñan el horizonte, que se muestran ansiosas. Quiero hablar de miradas. Y no sé qué decir. Hay tantas y tan diferentes. ¿Cómo poder decidirme por una y obviar al resto? No lo sé, quizás otro día me decida.
PD: ¿Por qué nos fijamos en otras partes del cuerpo y dejamos de ver los ojos? ¿Acaso hay algo más importante? ¿Nos hemos dado cuenta de la cantidad de cosas que transmite una mirada? Lo reconozco, cuando miro a alguien (y lo hago más de lo que debería) me fijo en los ojos y, por supuesto, en las manos. Me cuentan tantas cosas de esa persona ............
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