jueves, abril 26, 2007

101 dálmatas (1967, wolfgang reitherman, clyde geromini y hamilton luske)

Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre. No sé si es cierto o no. Que cada cual piense lo que quiera. A mí, personalmente no me gustan demasiado los perros. De hecho, sólo hay uno que me tiene totalmente cautivado. No es mío. Pero es el mejor. Vale, cada uno pensará que es el suyo, pero eso es porque no conocen a éste. Kenny. El más simpático, el más cariñoso, el más juguetón, el más ... Lo sé cada uno piensa que es el suyo, así que sustituye el nombre de Kenny por el de tu perro. Pero Kenny es el mejor.

En fin, que me desvío. Resulta que unos investigadores, que no tenían otra cosa que hacer para justificar su sueldo y las ayudas institucionales que reciben (obviamente estoy hablando de investigadores extranjeros) han estado experimentando con perros, y han llegado a la conclusión de que cuando un perro aprende algo nuevo no se limita a copiar lo que le enseñan, sino que interpretan lo que ven y aplican de una forma lógica lo que tratan de enseñarles. Las capacidades de aprendizaje resultadan funcionar de una forma similar a la de los humanos, ya que los sujetos del experimento variaron el comportamiento original en función de las circunstancias que se encontraron.

El experimento consistía en contemplar las reacciones de un grupo de perros sin amaestrar cuando un Collie amaestrado accionaba una palanca para obtener comida. En primer lugar, el perro lo hizo con la boca, y en segundo lugar lo hizo con la pata mientras sostenía entre sus dientes una pelota de juguete; la sorpresa de los investigadores llegó cuando los perros sin amaestrar hicieron lo mismo en ambos casos: accionar la palanca con la boca. El motivo de tal acción, según los expertos, es que los perros interpretaron que la comida llegaba tras accionar la palanca, independientemente de con qué la accionaran, y que su compañero "listo" lo hizo con la pata únicamente porque tenía la boca ocupada.

A ver, yo no lo tengo tan claro. Quiero decir, que accionaban la palanquita con la boca porque les resultaba más natural. ¿No lo hizo el collie a la primera? ¿Y los demás? Pues eso. Otra cosa es Kenny. Fijo, que ni boca, ni pata ni nada. Miraría la barrita, te miraría, pondría carita de pena, gemiría un poquito y ¡hala! serías tú el que accionase la dichosa palanquita de los cojones y él a comer. ¡¡¡Eso sí es ser listo!!!


PD: ¿A todo el mundo le gustan los animales? ¿Qué nos aportan estos irracionales para hacernos dichosos? ¿Nos excedemos en los mismos a ellos? A mí sólo me gusta Kenny. Bueno, Enya también.

0 ingredientes:

| Top ↑ |