
Él no ha cambiado. Por lo menos no lo ha hecho su alma. Físicamente, sigue siendo el mismo que en 1977, ni su ropa ha variado. Continúa siendo Teo. Sin apellidos. No los necesita. Simplemente, Teo. Con él, fuimos a la escuela, al parque, visitamos un zoo, estuvimos con la familia, nos pusimos enfermos, .... Vivimos de todo, en escenarios normales, sin rayos láser, ni naves siderales. Reconocimos nuestro entorno y aprendimos valores como la tolerancia, el respeto y el civismo. Nos identificamos con él, porque como dicen sus "madres", Teo es un niño normal, no es el más guapo, ni el más listo, ni el más travieso.
Teo, treinta años después, sigue vistiendo con el mismo peto y jersey marinero, no tiene móvil, ni necesita la última videoconsola para divertirse, no ha sufrido violencia ni ha afrontado vivencias traumáticas. Y quizás sea mejor así, porque otros niños, poco a poco, como hicimos nosotros, iremos descubriendo esas nuevas tecnologías, esas situaciones tan desagradables que no deberían producirse, pero que lamentablemente, lo hacen. Aunque es cierto que, como he dicho antes, su espíritu no ha cambiado, pero se ha adaptado a los tiempos: tiene ordenador y sus amigos son inmigrantes. Lo mismo que le puede pasar a cualquier niño de hoy en día. Teo cumple 30 años, y me alegro.
PD: ¿Cuántas personas nos han enseñado cosas? ¿Se lo hemos agradecido? ¿Nos acordamos alguna vez de ellos? Por si acaso, ... a mis padres, hermanos, abuelos, profesores, entrenadores, compañeros, jugadores, amigos ... a todos quienes me ayudaron a ser mejor persona... ¡¡¡GRACIAS!!!
0 ingredientes:
Publicar un comentario