
No pongo en duda sus virtudes higiénicas, que seguro que las tienen, pero eso no impide que al tocar uno de ellos, al rozar mi lengua o cualquier hecho que suponga un contacto físico con uno de esos palitos, un escalofrío me recorra la espalda, la “gallina se me ponga de piel” (como decía don Johann), se me erice el vello de los brazos, ... con otras cosas no me sucede (al menos no de manera tan nítida), quiero decir, no sufro ese calambrazo que me recorre la espina dorsal cuando alguien araña una pizarra, o cuando se frota algo punzante sobre un cristal, o cuando ... no, ahí, no. Pero lo de los palitos ....
Quiero pensar que no soy un bicho raro, que a todos nos ocurren cosas parecidas. Que, quizás, a ti, las sensaciones de antes, se te reproducen con lo de la pizarra, o con lo del cristal, o con metales que son arrastrados por el cemento, o con ... No sé. Seguro que sabes de qué estoy hablando. Al menos, eso espero. Porque así sé (o sabré) que no soy el único al que le ocurren estas cosas. Quizás es egoísmo. No sé. Tal vez es que “mal de muchos, ...”
PD: ¿Por qué todos experimentamos el mismo tipo de sensaciones? ¿Por qué los mismos sentimientos no nos son tan ajenos? En el fondo los seres humanos no somos tan diferentes unos a otros, ¿no? Cuando dejemos de sentir todos lo mismo ¿Nos habremos convertido en insensibles o simplemente ya seremos diferentes unos de otros?
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