Es peligroso tener facilidad de palabra y de escritura porque, sin querer, puedes dañar, o lo que es peor, queriendo. Hoy he forzado una situación, he querido ir más allá, dar un paso más. Y el resultado ha sido tristeza. Dolor. Sufrimiento. Desde luego, no ha sido esa mi intención, pero poco importa. Hay quien dice que el fin justifica los medios. Dicho de otra manera, que poco importa cómo se consiga el resultado, mientras se logre. En mi caso, el objetivo no se ha logrado. Más bien al contrario. Ahora mismo me siento mal. Muy mal. Los remordimientos me comen por dentro. O quizás no sean remordimientos. No, no lo son. Es la voz de mi conciencia la que está gritando dentro de mí. La que se va a preocupar de que no duerma hoy. La que me va a mantener en vela hasta que todo esto cambie. Y, sin embargo, tengo la sensación de que, quizás, ya nada sea igual. Nada vuelva a ser como antes. Y a mí también me duele.
Hace tiempo hablé de dolor en el alma. Bueno, pues eso es lo que siento ahora. Y me duele mucho. Espero que entiendas que esta es mi forma de disculparme públicamente.
PD: ¿Por qué ese tipo de dolor, no siendo físico, nos hace tanto daño? ¿Cuándo deja de doler? Cuando lo hace .. ¿se curó o es que, simplemente, toleramos mejor el dolor? Apuntemos para otro día, una entrada sobre fallar a otras personas.