
Se me ha llenado el alma de recuerdos (en el supuesto de que eso sea posible). Recuerdos de la infancia en el pueblo (no en mi pueblo, sino en el pueblo que es más pueblo que mi pueblo). Recuerdos del anciano de pelo cano, de boina calada, de Mobylette desvencijada, de bicicleta oxidada, de rueda de amolar girando, de ........ De cuando era niño. Y todo por la flauta del afilador. Junto a la banda sonora, han llegado las imágenes, todas en color sepia (¿tanto tiempo ha pasado?). Fotos de nosotros a su alrededor, de pantalones cortos, de heridas en las rodillas, de chispas en la rueda, de ojos asombrados y bocas abiertas, de … Y todo porque ese caramillo pastoril, con su breve y agudo sonido, ha despertado algo dentro de mí. Algo que no estaba olvidado, ni perdido, ni desaparecido. Algo que sólo dormitaba en mi interior, que esparaba, en cualquier momento, despertar para asomarse de nuevo. Mis recuerdos de infancia.
Curiosamente, siempre he identificado esa musiquilla pregonera que anunciaba la llegada de aquella extraña profesión, con el buen tiempo, con días de calor, con juegos en la calle, con …. Posiblemente, con días felices.
"El afiladooooooooooooooooor, se afilan cuhilloooos, tijeraaaaaas, hachaaaaaaaas, navajaaaaaaaaas ...."
PD: ¿Se nos están perdiendo los oficios del pasado? ¿Siguen existiendo orfebres, sopladores de vidrio, artesanos de la madera, …? ¿O, simplemente, todo se ha mecanizado tanto que ya hemos perdido ese componente personal?
1 ingredientes:
Mi amiga Maria Luisa y yo soliamos recoger durante dias los envases de vidrio,en esa época lo de reciclar no existia,conseguiamos muchos en las casas de los vecinos y en las nuestras.Los miercoles de cada 15 dias pasaba aquel hombre pregonando:¡cambio vidriooooooooo,por caucho rosaaaaaa!y saliamos a su feliz encuentro.Caucho rosa,es un dulce que daban como moneda de cambio.Mi reino,por un trozo de ese manjar!!!
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