
Y eso me ha hecho pensar en la comida que no me gusta, en la que tengo que comer por acto de cortesía hacia quien ha pasado parte de su tiempo junto a la perola, la sartén, .. o simplemente ha aportado todo su cariño y buen hacer a cocinar. Porque otra cosa no, pero educado ... eso sí soy (o al menos, las amigas de mi madre lo piensan). Así que he recordado que junto al reconstituyente del marinero animado, tampoco la coliflor ocupa un lugar destacado entre mis preferencias. La última vez que la comí, fue en la ciudad condal, y fue Mariano (¿aún no he hablado de Mariano? tiene para varias entradas este hombre) quien se dedicó a diseñar y elaborar el menú de aquel día. Hasta hace unos años, las alcachofas sólo, digamos, las toleraba. Pero tuve la fortuna de ser invitado a casa de una amiga en un pueblo que es más pueblo que el pueblo que es más pueblo que mi pueblo (sí, hay que leer dos veces para entenderlo) y su madre (¡¡excelente frente a los fogones!!) supo hacer dos cosas: por un lado, cocinar esas deliciosas alcachofas rebozadas, por el otro, me mintió al decirme que era afrodisíacas (los dos sabíamos que no era cierto, pero su cara de felicidad al ver que no quedaba nada en mi plato, fue impagable)
En fin, me repito: ¡¡¡Mamá, no me gustan las espinacas!!!
PD: ¿Todo el mundo tiene uno de esos platos que nunca prueba? ¿Por qué no nos gusta? ¿Qué desagradables recuerdos nos trae? ¿Tanto nos parecemos a Mafalda?
1 ingredientes:
Esa foto de Popeye me tiene enamorada!!
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