viernes, julio 27, 2007

la niñera matilda (1964, christianna brand)

Me han sugerido (acertadamente, creo yo) la posibilidad de dedicar una entrada a las niñeras. Y como la petición/sugerencia me parece muy acertada e inteligente, y dado que tengo la tremenda fortuna de rodearme de personas más sabias que yo, obviamente, no he podido negarme a ello. Así que éste es mi particular homenaje a todas aquellas personas que dedican su tiempo, su esfuerzo y desvelos en el cuidado de los más pequeños de la casa, todo ello con independencia del sueldo, salario o nómina. Me refiero a todas aquellas mujeres (por lo general son chicas) que trasladan esta profesión a algo más que un oficio.

El cine y la televisión nos han hecho mucho daño. Quiero decir, lamentable o afortunadamente, las niñeras no son Mary Poppins, no tienen un bolso del que salen un montón de cosas, ni vuelan, ni poseen un paraguas que habla, ni, tan siquiera, tienen un amigo deshollinador. Eso es sólo la magia del cine. La realidad es distinta. O quizás no lo es tanto. Con ellas, con las niñeras, los pequeños comienzan a evolucionar, a crecer, a aprender, a respetar, a tener educación, a .... No sólo sustituyen a sus madres cuando éstas no están. En cierto modo, se convierten en sus madres. Repasan las tareas del colegio, juegan, suenan sus mocos, secan sus lágrimas, intercambian confidencias, ... Y, luego, con el paso del tiempo, cuando los niños han crecido y ya no necesitan de sus cuidados, cuando se van, un vacío queda en el interior de todos. En el de los padres, porque saben que, en cierto modo, han hecho lo que a ellos, la falta de tiempo y las obligaciones, les han impedido hacer. En el de los niños, porque desaparece esa cara amable, esa sonrisa casi perenne que les acompañaba todos los días, aunque alguna reprimenda les cayese. En el de ellas, porque en ese hogar se queda una parte de ellas, una parte que ya no recuperarán, porque les queda la incertidumbre de cómo crecerán aquellos “pequeños” sin ellas.

No conozco muchas niñeras. Apenas tres. Una fue la mía hasta, prácticamente, antesdeayer. Otra es norteamericana y conozco de sus vivencias casi a diario. La última, ya no ejerce. Bueno sí, de algún modo, me cuida a mí, que sigo siendo un niño. Y, aunque no estamos en la misma ciudad, sigue siendo partícipe de mis confidencias y me aconseja y me anima. Gracias Sánchez.

Quería haber contado muchas cosas sobre las niñeras, pero me temo que no he aportado casi nada.


PD: ¿No has visto a esas niñeras con los niños en un autobús o en un parque o en la calle y no has podido evitar quedándote mirándola a ella y a los niños y has esbozado una pequeña sonrisa? A mí también me pasa.

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