
En esos veintiocho por quince (desconozco el modo en que lo hago) consigo olvidarme de todo aquello que es ajeno a la línea de banda. En esos veintiocho por quince, el mundo queda reducido a un balón que bota. En esos veintiocho por quince, misteriosamente, pierdo la noción del tiempo. Hubo un entrenador, de esos casi anónimos, que dijo “El baloncesto es la cosa más importante de las cosas poco importantes”. A mí, hay veces que se me olvida. Espero, en un futuro, recordarla.
Todo esto viene a cuento de que hoy empezamos de nuevo. Hoy, esta tarde, comienzan nuevos sueños, nuevas ideas, nuevos proyectos. A lo largo de la temporada, todo eso irá difuminándose o quedándose con más fuerza. La verdad es que, relativizándolo todo mucho, poco importará. Al final, olvidaremos los malos momentos, las amargas derrotas, rememoraremos, con una leve sonrisa, los buenos recuerdos, los partidos ganados y, en agosto, siempre en agosto, empezaremos de nuevo. A soñar. A imaginar. A fantasear. Y todo ello, siempre, en nuestros veintiocho por quince.
PD: ¿Será normal todo el tiempo que le dedico a los veintiocho por quince? ¿Supondrá una especie de terapia para mí? ¿Tendrá razón mi padre y llevo el veneno del baloncesto dentro?
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