
Reconozco que me produce auténtico pavor adentrarme en los más oscuros recovecos de mi mente, cruzar puertas de las que no estoy seguro ir más allá del umbral, en algunas de ellas preferiría, ni tan siquiera, girar el picaporte. Tengo miedo qué puedo encontrarme allí. Y, en el fondo sé que no son malos recuerdos, es más, me atrevería a decir que son agradables y sanos. Es algo diferente. Son los sentimientos que me provocan esos recuerdos, esas imágenes, que si bien sé que no tengo olvidadas, tampoco son las que más me apetece tener frescas en mi memoria. Al fin y al cabo, son mis fantasmas. Son míos.
Imagino que quizás todos padecemos algo semejante. Que nos soy un bicho raro, que no soy el único. Quizás sí lo sea. Quizás son cosas que sólo me pasan a mí. Si es así, pues bueno, aquí lo dejo escrito. En ocasiones me pregunto si los dementes, los locos, no se han enfrentado cara a cara con sus fantasmas y han salido derrotados. Lo digo en serio, no es un chascarrillo. Píensalo. Hasta tiene sentido.
PD: ¿Seré capaz, en algún momento, de vencer esos fantasmas? ¿Iré coleccionando más a lo largo de mi vida? ¿Los Clint Eastwood que hay por ahí son conscientes de que tienen fantasmas?
1 ingredientes:
Yo creo que todos tenemos esos fantasmas de los que habla. Y creo que es parte de la vida luchar contra ellos. Contra los malos para alcanzar la paz interior y contra los buenos para que nos permita avanzar, seguir. Si no lo hacemos nos estancamos en recuerdos que buenos o malos, son solo eso...Pasado.
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