
Resulta que en mi calle, y refiriéndome sólo a la acera en la que está mi casa y la acera de enfrente, hay un total de SIETE bares, más una panadería que también tiene servicio de cafetería. Excluyendo a ésta última, que no me dejan fumar dentro del local, me quedan los otros siete mencionados. Pues bien, en una especie de confabulación corporativista y secreta, han decidido cerrar, prácticamente, los mismo días de agosto. De este modo, mi facilidad para la obtención de mis dosis diarias de cafeína, se ha visto seriamente mermada. Y por ahí no paso. Que con la salud no se juega.
Entiendo que estén cansados de estar trabajando muy duramente a lo largo de todo el año. Entiendo que el mundo de la hostelería es muy difícil y sacrificado. Bien. De acuerdo. Pero de ahí a dejarme sin café durante unas semanas, va un trecho. Sí, en mi pueblo hay más bares y otros lugares en los que saciar mis ansias de cafeína. Pero no es lo mismo. En éstos, en los de mi calle, conozco a los dueños, a los camareros, a los parroquianos, …. Vamos, que estoy en un ambiente conocido. Es más, sólo con entrar por la puerta, ya me empiezan a preparar el cafelito, sin tan siquiera decir nada, o, a los sumo, sólo buenos días o buenas tardes. Y van ellos, y se van de vacaciones. ¡¡Hay que joderse!!
PD: ¿No parece distinto tu pueblo en vacaciones? ¿No parece otro? ¿Más silencioso, más apagado? ¿Cómo si no fuese tu pueblo y estuvieses en él tú también de vacaciones?
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