martes, septiembre 04, 2007

calle principal y calle secundaria (1929, paul klee)

Tengo ganas de gresca, de oír cómo lo aceros chocan entre ellos, de verme rodeado por la neblina del amanecer, de sentir el aire fresco de la mañana en mi cara, de percibir el miedo, de ... Así que para recobrar esas sensaciones, cito detrás de la catedral de mi pueblo, exactamente a las cinco horas y cincuenta y seis minutos de la mañana de mañana (que es cuando está previsto que comience el amanecer), a todas las muchachas encargadas de los puestos de información de cualquier ciudad, pueblo o villa. Entre mi amiga “Silbadora” y yo nos vamos a encargar de explicar unas cosillas acerca de eso de solicitar un plano de la localidad y lo mucho que nos encanta que os dediquéis a pintarrajearlo y dibujar circulitos y flechitas. Ya os vamos a contar, ya.

Por increíble que parezca, cuando pido un plano, sólo quiero eso. Un plano, punto. Un plano sin la aportación artística de la chica encargada de aportar información turística del lugar. Si deseara un plano con dibujitos irreconocibles, con rayajos y figuras inteligibles, compraría uno en una librería y se lo llevaría a los infantes de la guardería más próxima. El efecto sería el mismo y, cuando menos, tendrían mayor colorido. Además, hay otra cosa que no entiendo. Me gustaría saber el motivo por el que se afanan por marcar el lugar en que me encuentro en ese momento. Si eso ¡¡ya lo sé!! Posiblemente, me ha costado llegar hasta allí (que las oficinitas éstas parecen estar siempre escondidas) y sé donde me encuentro. Y tampoco quiero que me señalen para visitar esos lugares que ya aparecen perfectamente remarcados en el mapita en cuestión. Quiero que me cuenten otras cosas. No sé cuáles, pero otras. Ya decidiré qué merece ser olvidado, desechado o, por el contrario, lo que debe ser recordado y/o memorizado.

Así que ya lo saben, señoritas, les espero mañana a eso del alba. Les estaré esperando. Por cierto, será la última vez que quedemos allí. He encontrado otro sitio mucho mejor para mis duelos. Pero eso, ya, lo contaré otro día.


PD: ¿Por qué las cosas más sencillas parecen, a veces, las más complicadas? ¿Por qué estas chicas hablan siempre en voz baja? ¿Por qué las oficinas de información tienen pinta de ser una tienda de objetos de culto?

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