Hubo un tiempo en el que me sentí atraído por la figura de Sean Connery. Por la figura, no por el hombre, a ver si nos vamos a hacer un lío y tenemos un malentendido. Resulta que la imagen proyectada por Sir Thomas me magnetizaba. Quizás fuera esa integridad que proyectaba en sus trabajos y, que sin duda, yo envidio. Tal vez se tratara de cierto respeto a quien sabes que es veterano experimentado en mil batallas. Posiblemente fuera porque su presencia llenaba (y aún continúa haciéndolo) toda la pantalla. Sucumbí a sus encantos, como antes hicieron Moneypenny, Lady Marian, Virginia Baker, …. Y, en algún momento, yo también quise ser James Bond, Daniel Davrot, Guillermo de Baskerville, Jim Malone, el Teniente Coronel Alan Caldwell, el Capitán Marko Ramius, el Rey Ricardo, Paul Armstrong, John Patrick Mason, William Forrester, Allan Quatermain, ….
PD: ¿Hay veces que tratamos de vernos reflejados en otras personas? ¿En sus gestos, en sus palabras, en sus miradas, en sus silencios? ¿Es porque les admiramos? ¿O acaso porque las envidiamos?
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