lunes, abril 27, 2020

la partida de ajedrez (1509, Lucas van Leyden)

Una vez que has sido Pedrito, nunca volverás a ser Pedro…, una vez que has sido Juanito, nunca volverás a ser Juan… una vez que has sido Arturito, nunca volverás a ser Arturo… aunque fueses un niño prodigio del ajedrez y has crecido… aunque hayas logrado tablas con Bobby Fischer… aunque hayan sido en setenta y siete movimientos… una vez que has sido Arturito, nunca volverás a ser Arturo… siempre serás Arturito Pomar…

Todo empieza cuando Arturito, con 12 años, y el país recomponiéndose de los desastres de la guerra fratricida, hace tablas [vamos, saca un empate] en un torneo internacional de ajedrez con el que era el campeón del mundo Alexander Alekhine y claro... no hace falta nada más para que en todas partes le consideren poco menos que el nuevo mesías del ajedrez… pero el niño, deja de serlo, pasa a ser adolescente y luego adulto [el ciclo natural de la vida…] y se olvidan de él… quién había sido prácticamente héroe nacional y figura del NO-DO [millennials, otro día os explico] cae en el absoluto olvido… hasta que con 31 años y ya siendo Gran Maestro [sólo le supera ser Campeón del Mundo] vuelve a acordar unas tablas , en Estocolmo, con quien ya era un genio de la especialidad, Bobby Fischer…

77 movimientos para empatar, 77 movimientos para que no haya ganador… 77 movimientos durante nueve horas... 77 movimientos para que tu contrincante, después, comente “pobre cartero español, con todo el talento que tienes y ahora tienes que volver a España a pegar sellos”… Pomar había sacado tiempo antes, plaza de funcionario de Correos…

Porque pudo ser, pero no fue… porque tenía que pedir vacaciones para ir a los torneos… porque todo se lo pagaba él… don Arturo Pomar es mi número setenta y siete…

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